Por José Luis Centeno S. @jolcesal

Aquel disparo con armamento de guerra, devastó la vivienda donde tuvo lugar “la Masacre del Junquito”, haciendo añicos su vida y la de sus familiares, al igual que a Oscar Pérez y su grupo, lo persiguieron, asediaron y sometieron brutalmente, no lo mataron, sobrevivió, tocándole reponerse en la cárcel de múltiples heridas que aún no han sanado.

El médico cirujano William Alberto Aguado Sequera es “un gran ser humano”, lo dicen personas que lo conocen, en su sitio de trabajo y donde reside. El jueves 11 de este mes, junio de 2020, cumplió 60 años, tras las rejas, apartado de sus afectos y querencias, aislado más que nunca de la vida que le quitaron, la misma que le niegan día con día.

En lugar de decir que fue detenido, los medios de comunicación y portales informativos coinciden, “fue secuestrado el 15 de enero de 2018”, mediante acciones extremas, “intensamente golpeado y destruido su apartamento”. Su anciana madre, llena de fortaleza, recuerda ese “mal rato”: “En mi casa fui maltratada junto con mi hijo, fui encerrada en un cuarto y a él se lo llevaron.”

Sus familiares nunca pensaron que aquello fuese a prolongarse por tanto tiempo. “William siempre ha sido un buen hombre, un excelente profesional, nunca, que recordemos, se ha visto envuelto en líos, pensamos que estaría poco tiempo en la cárcel”, comentó Elizabeth, una vecina que lo vio crecer.

“Hoy hace un año desperté a las 5 am con un vacío en mi pecho al enterarme de la brutal detención de mi padre… un año de agonía, un año exigiendo su liberación, un año pidiendo atención médica y pidiendo se respeten sus derechos humanos”, escribió en su cuenta en twitter Michelle Aguado De Souza, hija del Dr. Aguado, quien se vio obligada a salir del país para no correr la misma suerte de su padre.

Como si la cárcel fuera poco, William Aguado ha sido “torturado vilmente”, víctima de ese método infame de interrogación y castigo, presenta un cuadro clínico preocupante. Sus familiares desde un primer momento denunciaron “que podría estar siendo torturado». Acertaron.

Un informe médico emitido por el Hospital Militar de Caracas determinó daños en ambos riñones, en el tímpano de un oído, sangre en la orina y heces. Técnicamente, reza el informe: “Presenta dolor agudo y permanente en fosa renal, hipertensión arterial y continúa desmejorando con pérdida de peso.”

Todo ello debido a las torturas, a tratos crueles y degradantes, pues antes de su ingreso a prisión, salvo la presión arterial, no presentaba ningún otro padecimiento de salud. Son “consecuencia de las golpizas recibidas” que lo han expuesto a daños irreversibles con riesgo de muerte, forzado en su dolor a procurar la sanación de sus lesiones desprovisto de medios y condiciones para ello, tirado en una celda, cual indigente, algo que para un médico significa un ultraje difícil de superar.

Su hermana Ofelia, su hija Michelle, sin olvidar a su madre, han sido constantes en denunciar que “no se le atiende ni se le da la libertad”. Su salud está visiblemente deteriorada, sin embargo, se le ha negado sin cesar atención médica, no se le ha permitido acceso a los medios adecuados que eviten la disminución de su perspectiva de vida. La gravedad de su condición médica amerita una medida humanitaria para recuperar su salud. Es obvio, además de transgredirse la inviolabilidad de la libertad, se incurre en la violación de los derechos consagrados en los artículos 43 y 83 constitucional.

¿Cuál es su delito? “Ser propietario del chalet donde asesinaron a Oscar Pérez y su grupo”, hecho denominado “La Masacre de El Junquito”. Ese es su delito, “lo que le imputaron es la excusa para procesarlo penalmente y tenerlo en la cárcel”, como a muchos presos políticos, indefinidamente. En este contexto, Aguado está ilegalmente privado de libertad.

El Dr. William, es un civil que ha sido condenado a prisión y enjuiciamiento militar, en ese orden. Se encuentra recluido en la cárcel militar de Ramo Verde. Once meses después de su “detención ilegal” tuvo la Audiencia Preliminar, diferida muchas veces, y el pase a juicio, eso fue el miércoles 19 de diciembre de 2018. El juicio también ha estado signado por las tácticas dilatorias.

“Si todos supieran lo que significa una noche en una cárcel, y peor aún, siendo inocente, detenido arbitrariamente, sufriendo torturas, entenderían muchas más cosas y serían más solidarios y consecuentes con los #PresosPoliticos.” Expresó recientemente Lisbeth Añez, Mamá Lis, ex presa política que actualmente dirige una fundación de ayuda a los niños con cáncer.

Son muchas las noches que le ha tocado pasar al Dr. William en la cárcel, quien para el sol de hoy tienen dos años y medio privado de libertad, ilegítimamente, perjudicado por el sistema procesal, proscrito de las garantías a las que este obliga, apartado abruptamente de su vida y de su profesión en medio de un ultraje sin reparación posible, tal y como lo concibió el filósofo griego Trasímaco ante circunstancias de esta naturaleza, “justo es lo que impone el más fuerte”.

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