El chavismo es excelente en dos cosas al menos: 1. Altísima eficiencia en poner sobrenombres, es decir, francamente superiores en el ejercicio del chapismo. Chaperos de alta competencia. Y 2. Muy superiores en materia de inventar excusas y en crear nombres. Es allí donde está la verdadera fuerza del chavismo.

En el primer renglón sobran los ejemplos: frijolito, vieja loca, pamperito, mariguanita, derecha maltrecha, Drácula, El monstruo de Chacao. Y así por el estilo. En el segundo aspecto brillan. Allí parece la famosa iguana, el imperio, el sabotaje de los empresarios, el acaparamiento o los ladrones de cables. Pero, más allá de toda discusión, encontramos esta maravilla: la inflación inducida.

Tremendo escudo. Tremendo parapeto. ¿Inducida por quién?  La lista es larga. Estados Unidos, la Unión Europea, el Grupo de Lima, Canadá. Los empresarios, los industriales, militares golpistas, Dólar Today, los medios de comunicación, Colombia, Brasil, Argentina. Los productores del campo, los transportistas, los banqueros, los especuladores, los vendedores de oro, los traficantes de gasolina, los operadores cambiarios. En contraste, jamás es culpa del gobierno. No es culpa de Maduro ni de su asesor comunista, el español Alfredo Serrano Mancilla, el verdadero jefe de la economía chavista. No es responsabilidad del control de cambio, tampoco de la corrupción y mucho menos de los controles de precio.

El chavismo acabó con la empresa privada y destruyó la agricultura, pero eso no tiene nada qué ver con la inflación. Hay que recordar que la inflación es inducida. El chavismo cambió la producción interna por grandes volúmenes de importaciones que funcionó como esquema mientras tuvieron dólares. La corrupción ayudó también en buena medida, pero eso no existe. El chavismo es un gobierno compuesto por candidatos fijos al santoral. El chavismo, en ese empeño de convertir a los ciudadanos en mantenidos también gasta un dineral en planes sociales financiados con billetes de mentira, plata impresa sin respaldo, dinero inorgánico lo llaman. Pero eso no es un factor inflacionario. Jamás. Hay que tener presente que la inflación que ataca a los venezolanos, chavistas y no chavistas, es inducida. No es una inflación autóctona. Es inducida a secas.

Para ilustrarnos mejor vamos a reproducir parcialmente un artículo denominado Los 10 países con la mayor inflación del mundo (y dos son latinoamericanos) firmado por Cecilia Barría en BBC Mundo. Veamos.

Después de guerras, en crisis económicas profundas o cuando los billetes se convierten en papeles que no sirven para nada, la inflación en el mundo ha llegado a extremos impensados.

En América Latina basta recordar lo que pasaba en los 70 y 80 cuando muchos países no podían pagar sus deudas externas, la gente se empobrecía, el salario no alcanzaba ni siquiera para cubrir necesidades básicas y la inflación era galopante.

Hoy las cosas son distintas. La tendencia mundial muestra que la inflación dejó de ser un fantasma, aunque siempre hay excepciones.

Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año, de los 10 países con la mayor inflación en el mundo, ocho son africanos y dos de América Latina.

Inflación en 2017, según el FMI (%). 1) Venezuela 1.133. 2) Sudán del Sur 111. 3)  República Democrática del Congo 50. 4) Libia 35. 5) Egipto 29. 6) Angola 23. 7) Yemen 23. 8) Argentina 22. 9) Sudán 21. 10) Burundi 18.

El caso de Venezuela

Venezuela está entrando en un terreno de hiperinflación. El FMI predice que puede llegar a 2.349% en 2018, algo que haría la escasez actual de productos aún peor, en medio de circunstancias donde mucha gente tiene problemas para conseguir alimentos y medicinas.

El FMI proyecta una inflación de 1.133% para este año en Venezuela.

«Una crisis económica de esa proporción es habitualmente el resultado de un manejo económico extremadamente precario, que típicamente involucra una combinación de políticas fiscales y monetarias desastrosas, impresión de billetes, subsidios ruinosos, restricciones severas al movimiento de bienes y capitales o un shock mayor», dice Geiger.

 

Vía: El Universal  

 

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