Por Edgar C. Otálvora  @ecotalvora

En Brasilia corren crecientes rumores de conspiraciones políticas para defenestrar a Jair Bolsonaro de la presidencia de la República.

En los mentideros políticos brasilienses y paulistanos se analizan diversas opciones legales para forzar la salida anticipada del presidente bajo acusaciones de crímenes de responsabilidad. Las vías judiciales contra Bolsonaro mediante activación del Supremo Tribunal Federal o del Tribunal Superior Electoral parecieran poco probables, por lo que el tema se centra en la aprobación de un proceso de impeachment análogo al instaurado contra Fernando Collor en 1992 y contra Dilma Rousseff en 2016.

La iniciativa de activar el enjuiciamiento político al presidente está en manos del presidente de la Cámara de Diputados por lo cual la designación del nuevo jefe de la Cámara, pautada para el 01FEB21, es un paso clave para la supervivencia de Bolsonaro en el cargo y su eventual procura de la reelección en 2022. Más de sesenta solicitudes de apertura de impeachment han sido recibidas por la presidencia saliente de la Cámara sin haber tramitado ninguna. Corresponderá al nuevo presidente de la Cámara evaluar esas solicitudes, guardarlas o escoger una para iniciar el enjuiciamiento a Bolsonaro.

Los pactos políticos que Bolsonaro ha ido construyendo con antiguamente odiados partidos políticos mediante la repartición de cargos, el apoyo de poderosas y ricas iglesias evangélicas y del agronegocio, y la ausencia de una alianza opositora, hacen ver que la destitución del presidente brasileño no prosperará, salvo que se produzca un gran deterioro del ambiente político que impacte la popularidad del mandatario sin partido propio.

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Las declaraciones y acciones del entrante gobierno de EE. UU. han confirmado que el “tema Venezuela” no es un asunto urgente en su agenda.

El 27ENE21, el nuevo Secretario de Estado de EE. UU. Antony Blinken, durante su inaugural rueda de prensa en el Departamento de Estado fue interrogado en primer término por el corresponsal de AP, Matt Lee: “¿cuáles son sus prioridades para completar la revisión para posiblemente revertir, rescindir, o retroceder?”. Blinken afirmó que “estoy particularmente centrado en la cuestión de las sanciones a los hutíes”. Es decir, el primer tema que le vino a la mente al nuevo Secretario de Estado de EE. UU. fue el conflicto en Yemen con una nada velada crítica a Arabia Saudita.

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El ahora secretario de Estado Blinken se había referido a Venezuela cuando hizo comparecencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE. UU., el 19ENE21, en procura de la confirmación de su designación. En su declaración inicial, Blinken no se refirió a Latinoamérica. Resaltó la creciente rivalidad de China, Rusia y otros estados autoritarios y mencionó adicionalmente a Irán y Corea del Norte.

Una intervención del senador Marco Rubio hizo que Blinken debiera pronunciarse sobre Venezuela. “¿Considera que nuestra postura hacia Venezuela debe cambiar, en esencia, que ya no debemos reconocer a Juan Guaidó y entablar negociaciones con Maduro?”, preguntó Rubio. Blinken respondió “No, estoy muy de acuerdo con usted”, en cuanto “a pasos que se dieron hacia Venezuela en los últimos años, incluido el reconocimiento del señor Guaidó, el reconocimiento de la Asamblea Nacional como la única institución elegida democráticamente en Venezuela, buscando aumentar la presión sobre el régimen liderado por el brutal dictador Maduro”. Blinken agregó una frase que resume la posición que el Partido Demócrata vertió en su plataforma electoral del 2020: “la parte difícil es que a pesar de todos esos esfuerzos, que apoyo, obviamente no hemos obtenido los resultados que necesitamos”, dijo el nuevo Secretario de Estado.

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Durante sus primeros tres días frente al Departamento de Estado, según la agenda pública, Blinken realizó llamadas telefónicas a sus colegas de Canadá, México, Japón, República de Corea, Francia, Alemania, Reino Unido, Australia, Filipinas, Tailandia, Israel, Iraq, Afganistán, Italia, Jordania, Suráfrica, India, Pakistán, Nueva Zelandia y Suecia, así como al presidente de la Unión Africana, al secretario de la OTAN y al Alto Representante de la Unión Europea. La llamada al canciller mexicano Marcelo Ebrard fue la única a un gobierno latinoamericano y se produjo en el contexto del Tratado EE. UU. – México – Canadá T-MEC y por la relevancia que el gobierno Biden le concede al asunto migratorio.

En horas de la tarde del viernes 29ENE21, Blinken se comunicó con su colega colombiana Claudia Blum y en su conversación expresamente se mencionó el “tema Venezuela”. Según la nota de EE. UU., entre otros temas “discutieron su compromiso compartido con el restablecimiento de la democracia y la estabilidad económica en Venezuela, y la importancia de los esfuerzos para satisfacer las necesidades humanitarias de los migrantes venezolanos en Colombia y en toda la región”. Biden e Iván Dique mantendrían una pronta conversación telefónica, según la versión de la cancillería colombiana.

En todo caso, la sensación general es que Latinoamérica no está entre las primeras materias en mente de los nuevos gerentes de la política exterior de EE. UU. Nada nuevo en Washington, por lo demás.

Luego de la conversación de Josep Borrell con Blinken del 28ENE21, el representante europeo decidió convocar para el 02FEB21 una reunión del Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela. Tan solo unas horas antes, en entrevista concedida a EFE y Europa Press, Borrell se había mostrado reacio a adelantar una sesión del GIC porque a su juicio ese grupo formado por gobiernos europeos y latinoamericanos “parece que es una bala que no hay que gastar” (…) “hay que esperar a tener más claridad y mejor conocimiento de cuáles son las posiciones de los distintos actores, entre ellos la administración americana”.

Pareciera que la conversación con Blinken fue la señal que Borrell esperaba si bien Venezuela no es mencionada en los comunicados del Departamento de Estado y del Servicio Exterior de la UE sobre esa teleconferencia.

Pareciera que la conversación con Blinken fue la señal que Borrell esperaba si bien Venezuela no es mencionada en los comunicados del Departamento de Estado y del Servicio Exterior de la UE sobre esa teleconferencia.

Borrell espera por Biden para retomar negociaciones en Venezuela

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Por cierto, el presidente ecuatoriano Lenin Moreno viajó el 25ENE21 a Washington en medio de los reajustes de cambio de gobierno y fue atendido solo por funcionarios de tercer o cuarto escalón, entre ellos el director para el Hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional Juan González y la diplomática Julie Chung, quien provisionalmente está encargada de la subsecretaría de Hemisferio Occidental en el Departamento de Estado.

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La única declaración sobre Venezuela por parte del gobierno Biden se produjo el 26ENE21, cuando la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki fue interrogada sobre la prohibición de deportar venezolanos ordenada por Donald Trump pocas horas antes de su salida de la Casa Blanca. “¿Puede darnos una actualización de su posición sobre eso?” preguntó a Psaki uno de los corresponsales. La secretaria de Prensa, veterana en esas lides, recurrió a su libro de notas donde leyó una declaración genérica sobre Venezuela. “Si bien el objetivo primordial de EE. UU. es apoyar una transición democrática pacífica en Venezuela a través de elecciones libres y justas, ha sido claro durante mucho tiempo —el presidente, quiero decir— que el enfoque de su administración hacia Venezuela se centrará en abordar la situación humanitaria, brindar apoyo al pueblo venezolano y revitalizar la diplomacia multilateral para presionar por un resultado democrático y perseguir a las personas involucradas en la corrupción, abusos contra los derechos humanos, y perseguir a las personas involucradas en eso”.

Sobre el tema específico de la prohibición de deportación de venezolanos, Psaki dijo que “nuestro equipo de seguridad nacional está haciendo una revisión de todas las posiciones puestas en marcha por la administración Trump y proporcionaré una actualización cuando la tengamos”.

Psaki recurrió a una respuesta “de manual” para atender la consulta del corresponsal. Sin entrar en detalles, los cuales con certeza no han sido definidos por el nuevo gobierno, el texto que debió ser redactado por el equipo de transición puntualiza que Biden buscará una “transición” en Venezuela para lo cual procurará utilizar presión internacional. Sin referirse expresamente a la política de sanciones al régimen chavista, el texto reitera que EE. UU. continuará persiguiendo a los acusados de “corrupción y abusos contra los derechos humanos”.

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Las particularidades de la crisis venezolana han colocado a las principales cancillerías del planeta ante una lista de disyuntivas, nada fáciles de atender. Reconocer las elecciones presidenciales del 20MAY18 y en consecuencia reconocer la presidencia de Nicolás Maduro o desconocerlo considerándolo un mandatario de facto. Reconocer la continuidad de la Asamblea Nacional electa en 2015 y cuyo mandato fenecía el 05ENE21, reconocer a la Asamblea Nacional compuesta por chavistas y asociados que se instaló el 05ENE21, desconocer a ambas asambleas nacionales. Reconocer a Juan Guaidó como presidente de la República dada su condición de presidente de la Asamblea Nacional electa en 2015 (EE. UU., Canadá, Grupo de Lima, Reino Unido y diversos gobiernos europeos), reconocer a Guaidó solo como presidente de esa Asamblea Nacional (como lo hizo la Unión Europea desde 2019), desconocer a Guaidó en cuanto presidente de la República y presidente de la Asamblea Nacional por cuanto su mandato concluyó el 05ENE21. En el último caso, reconocer o desconocer a Guaidó como líder de la oposición e interlocutor en Venezuela.

La oposición venezolana había producido la tesis de la “continuidad constitucional”, según la cual ante la falta de una nueva Asamblea Nacional legítimamente electa, correspondería a los diputados votados en 2015 continuar ejerciendo su mandato y Guaidó mantenía su condición presidencial. Esta tesis ha resultado un duro hueso para roer por las asesorías jurídicas de muchos gobiernos. Solo una decisión política de altísimo nivel, como en el caso de EE. UU., Reino Unido, Brasil y Colombia ha permitido que esos gobiernos asuman la tesis y favorezcan a Guaidó.

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Tanto la Unión Europea con Panamá han dejado de reconocer a la Asamblea Nacional electa en 2015 sin reconocer a la implantada por el chavismo. El ministro de Exteriores de Países Bajos, Stef Blok, ha dicho que ni Guaidó ni Maduro pueden hablar en nombre de Venezuela. El canciller de República Dominicana dijo que a juicio de su gobierno reconocer a Guaidó como jefe de Estado interino después del 05ENE21 sería “sentar un precedente funesto hacia el futuro”, aunque igualmente no reconoce la asamblea instalada por el chavismo.

La Unión Europea en comunicado de Josep Borell del 05ENE21 manifestó que “va a mantener su relación con todos los interlocutores políticos y de la sociedad civil que están intentando restablecer la democracia en Venezuela, incluidos en particular Juan Guaidó y otros representantes de la Asamblea Nacional saliente, elegida en 2015, que constituyó la última expresión libre de los venezolanos en un proceso electoral”.

En la reunión de ministros de exteriores de la UE, celebrada el 25ENE21, fue aprobado un nuevo documento sobre Venezuela en el cual confirmaron su decisión de desconocer al poder legislativo impuesto por el chavismo. La UE se abstuvo pronunciarse expresamente sobre el reconocimiento de Guaidó como presidente del parlamento como la UE lo hacía desde enero del 2019. LA UE calificó “a los representantes de los partidos de oposición elegidos para la Asamblea Nacional de 2015, y especialmente a Juan Guaidó, así como a otros representantes de la oposición democrática” como “actores importantes e interlocutores privilegiados” y los alentó a “adoptar una postura unificada con vistas a un proceso inclusivo de diálogo y negociación”. Por cierto, los ministros europeos dejaron saber su disposición para coordinar con el gobierno de EE. UU. las nuevas acciones para solucionar la “crisis de Venezuela”.

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La agencia de propaganda del gobierno ruso RT se ha mostrado particularmente activa para falsear información sobre las posiciones europeas en cuanto a Guaidó.

El 28ENE21 el aparato propagandístico del régimen chavista distribuyó ampliamente la versión difundida desde Berlín por el funcionario de la agencia rusa, Florian Warweg, según la cual Alemania “deja de reconocer a Juan Guaidó”. El texto de la agencia rusa publicado originalmente en alemán, que incluye su propia interpretación de la constitución venezolana, está basado en una obvia manipulación de la rueda de prensa ofrecida el 27ENE21 por Christofer Burger, quien actúa como vocero del Ministerio de Exteriores de Alemania.

Warweg, quien en su página de Internet se muestra con una mascarilla en la que exalta a Julian Assange, es un abierto operador propagandístico de izquierda quien durante un agresivo intercambio de preguntas al vocero Burger, opinó que cualquier apoyo del gobierno alemán a Guaidó sería “contrario al derecho internacional e inconstitucional”. Burger, por su parte, le ratificó a Warweg que Alemania no reconoce a la Asamblea Nacional instalada por el chavismo y que “el Gobierno Federal seguirá apoyando a las fuerzas democráticas en Venezuela lideradas por Guaidó con el objetivo de promover la salida de la crisis a través de elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y creíbles”. Burger incluso señaló en medio de la rueda de prensa a Warweg por distribuir “desinformación” sobre la posición alemana.

En ningún momento el vocero alemán afirmó que su gobierno mantenía o dejaba de reconocer a Guaidó en su condición de “presidente provisional” y sin embargo la versión de la agencia rusa dice lo contrario.

Ya desde el 25ENE21, la agencia rusa y en especial su reportero Warweg insistían en falsear la real situación de la Unión Europea ante Guaidó, anunciando un imaginario retiro de apoyo al venezolano. En realidad la Unión Europea, como entidad supranacional, nunca reconoció a Guaidó como jefe del Ejecutivo lo que correspondió a cada uno de los gobiernos partes de la UE que sí lo apoyaron desde 2019.

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Ya está disponible en versión en papel rústica la versión en inglés de CASTRO & CHAVEZ de Edgar C. Otálvora Las ediciones en español e inglés circularon en 2011 pero solo en versión digital. En esa obra se reconstruye el proceso mediante el cual el pacto entre Hugo Chávez y Fidel Castro permitió la intervención cubana en la otrora próspera sociedad venezolana.

Artículo publicado inicialmente en Diario Las Américas

Con información de RunRun.es

 

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