Por el Magistrado Álvaro Marín

La brisa escandalosa producida por el movimiento de multimillonarias fortunas de clarísima procedencia criminal, dejaron al descubierto la complicidad de los agentes financieros con personajes del mundo criminal, relacionados con el narcotráfico y la corrupción mundial, que han empobrecido a la mayoría de las naciones afectando la calidad de vida de los ciudadanos al sustraer criminalmente los recursos para la satisfacción de necesidades colectivas en beneficio de un minúsculo grupo relacionado con élites de gobiernos conducidos por incapaces, corruptos y criminales. Cómo es posible que alguien vaya a depositar $100 en una agencia bancaria y le exigen que de acuerdo con la regulación del lavado de capitales debe exponer la procedencia de ese dinero, pero ahora con las medidas impuestas en el caso de los oligarcas (testaferros) rusos, así como con el escandaloso caso del «embajador del PSUV», Alex Saab, dónde quedó al descubierto las ingentes cantidades de dinero mal habido, que manejaban, transferían y disfrutaban alegremente por el mundo de la forma más atrevida, grosera y descarada, exhibiéndose en Ferraris Enzo de $650.000, manejando cuentas de más de VEINTIÚN MIL MILLONES DE DÓLARES ($21.000.000,00), y, sin embargo, nadie los veía, nadie les preguntaba de dónde salían esas inmensas fortunas y lo más grave es que las autoridades que controlan la actividad financiera, volteaban la mirada y se hacían cómplices con los agentes financieros de la comisión de dichos delitos financieros; dónde estaban los organismos de inteligencia y seguridad financiera?
Es procedente abrir una averiguación criminal a los representantes de los organismos financieros que se han venido prestando por mucho tiempo para las actividades financieras criminales, pero todos se quedan callados porque la corrupción viene desde lo más alto y ha financiado partidos políticos y personajes de alto gobierno, representantes eclesiásticos y empresarios, que temen denunciar, profundizar, perseguir y castigar el delito porque pueden ser salpicados o mejor dicho quedar al descubierto que forman parte de ese asqueroso barro.
Álvaro Marín

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