El Ministerio de Educación chino publicó este lunes (30.08.2021) una serie de nuevas directrices que forman parte de la política de «doble reducción» lanzada en julio por el Ejecutivo chino, la cual se refiere a la rebaja de las tareas a las que tiene enfrentarse el alumnado tanto en su escolarización obligatoria como en las actividades extraescolares.
El sistema educativo chino antes requería que los estudiantes realizaran pruebas a partir del primer año de enseñanza primaria, culminando con el temido examen de admisión a la universidad, conocido como «gaokao», en el que una sola puntuación puede determinar la trayectoria en la vida de un estudiante.
Ahora, «los exámenes muy frecuentes (…) que hacen que los estudiantes estén saturados y bajo enorme presión» fueron suprimidos por el ministerio de Educación. La presión sobre los alumnos a temprana edad «daña su salud mental y física», argumentó el ministerio.
Las regulaciones también limitan los exámenes en otros años de la enseñanza obligatoria a uno por período. Las pruebas de medio período y simulacros de prueba se permiten solo en la enseñanza secundaria.
Reducir la desigualdad educativa
Para lograr una distribución de los alumnos «más equilibrada», las escuelas tampoco podrán destacar a ningún grupo escolar como «grupo excelente» por su rendimiento académico, práctica común en las escuelas públicas chinas.
También se hizo un llamamiento a las escuelas para que implementen el plan de enseñanza y no lo alteren sobre la marcha, y se prohibió que los alumnos corrijan sus propios deberes. Para reducir la competencia entre los estudiantes, las instituciones educativas no podrán cambiar a los alumnos de grupo o de asiento en función de sus notas.
El Gobierno chino ha impulsado en las últimas semanas importantes reformas educativas como la incorporación del pensamiento político del líder del Partido Comunista de China (PCCh) y del país, Xi Jinping, a los planes de estudio de escuelas y universidades o regulaciones restrictivas para el sector de la educación privada.
Pekín anunció en julio la prohibición de que los centros de formación extraescolar consiguieran beneficios económicos impartiendo clases sobre asignaturas consideradas como troncales en China. Según la normativa, estas empresas de clases particulares deben convertirse en entidades sin fines de lucro y no podrán dar clases en días festivos o fines de semana.
Dicha decisión provocó caídas en bolsa de empresas del sector educativo chino como TAL Education o Gaotu, las cuales cotizan en la Bolsa de Nueva York.
La meta es reducir la desigualdad educativa en China, donde algunas familias de clase media pagan 100.000 yuanes (15.400 dólares) o más por año en clases privadas para que sus hijos puedan entrar en las mejores escuelas. «No hay otro país con una cultura de clases particulares tan fuerte» como China, señala Claudia Wang, encargada de educación en Asia para la firma de consultoría Oliver Wyman, de Shanghái.
Movilidad social
Educación mencionó este lunes algunos de los problemas a los que se enfrentan en la actualidad los estudiantes chinos: el 67 % de ellos no duermen lo suficiente y el 22 % está en escuelas que no cumplen con los requisitos de horas mínimas de educación física.
Asimismo, las autoridades chinas anunciaron la semana pasada que los docentes deberán rotar de escuela cada seis años para evitar una concentración de los mejores maestros en determinados centros.
El ministerio de Educación también prohibió este año las tareas escritas para niños de primero y segundo grados, y puso un tope de no más de una hora y media de deberes para alumnos de secundaria.
Muchas familias chinas consideran la educación como una forma para progresar a nivel social. El examen de admisión universitaria es una de las pocas posibilidades de estudiantes rurales pobres para acceder a mejores opciones educativas y perspectivas laborales
Alejandro Ramírez Saavedra
CEO
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