Jesús Eduardo Rodríguez, es un paciente con VIH que ya no pudo encontrar su medicamento para el VIH en Venezuela, un país donde todo escasea, desde el pollo hasta las aspirinas, recurrió a Google hace aproximadamente un mes en busca de esperanza. Lo que encontró fueron historias sobre un médico brasileño que usa una planta llamada suriana, o guásimo, para tratar a sus pacientes con VIH. Así lo reseña El Nuevo Herald.

Sin otras opciones, Rodríguez comenzó a automedicarse con guásimo. Compra las hojas de color verde oscuro en el mercado, las mezcla con agua en una licuadora y bebe la mezcla picante tres veces al día.

“Desde que comencé a tomarlo, me he sentido mejor”, dijo Rodríguez, de 50 años, quien en el 2013 fue diagnosticado con el virus de la inmunodeficiencia humana, que puede producir el sida. “Tal vez este es el remedio que Dios me envió después de todas mis oraciones”.

Que Rodríguez y otros como él estén recurriendo desesperadamente a la medicina casera es una señal más de cuán grave se ha vuelto la crisis económica de Venezuela. A pesar de que la nación sudamericana tiene enormes yacimientos de petróleo, décadas de mala administración y corrupción han destruido un sistema de salud que solía ser la envidia de la región.

Ahora, incluso medicamentos básicos como los antibióticos y la insulina pueden ser difícil o imposibles de encontrar. Los médicos están huyendo en masa para escapar de la hiperinflación y el hambre. Los que se quedan dicen que están paralizados por constantes carencias.

Los trabajadores de la salud en diferentes partes del país se han declarado en huelga más de 580 veces este año exigiendo aumentos salariales, pero también cosas básicas como vendajes, analgésicos y agua potable.

Una crisis mortal

Para las personas con enfermedades crónicas como el VIH, la crisis puede ser mortal. A medida que aumentan los informes de complicaciones y muertes relacionadas con el VIH, es como si Venezuela hubiera retrocedido en el tiempo, dijo Jesús Aguais, fundador de Aid For AIDS, una organización internacional sin fines de lucro que entrega a venezolanos necesitados medicamentos para el VIH que no han sido usados.

“Es como si Venezuela hubiera regresado a la década de 1980, cuando la gente solía tomar cartílago de tiburón y uña de gato para tratar el VIH”, antes de que los antirretrovirales se convirtieran en la norma, dijo. “Esta crisis es increíblemente profunda”.

Una mujer protesta por la escasez de medicamentos el país, en Caracas, el 17 de noviembre del 2016.
La situación es aún más trágica porque Venezuela alguna vez fue un líder regional en el cuidado del VIH. En 1999, bajo el difunto presidente Hugo Chávez, el gobierno lanzó el Programa Nacional del Sida que brindaba medicamentos gratuitos a unos 77,000 pacientes con VIH.

Pero en medio de la caída de los precios del petróleo, la corrupción y los precios draconianos y los controles de divisas, el gobierno se está quedando sin efectivo para importar medicamentos que salven vidas. El gobernante Nicolás Maduro achaca los problemas del país a la “guerra económica” de Estados Unidos y a las sanciones financieras de sus enemigos. Aun así, el gobierno ha rechazado las ofertas de ayuda internacional.

A principios del 2018, menos del 30 por ciento de los pacientes con VIH registrados en el programa de medicamentos gratuitos del gobierno recibía algún tipo de tratamiento, dijo Mauricio Gutiérrez, activista político y de asuntos relacionados con el VIH en Caracas. Siete meses después, a medida en que la escasez de medicamentos se hizo más aguda, prácticamente nadie puede obtener medicamentos antirretrovirales.

“Una vez más, estamos empezando a ver los efectos devastadores del… VIH, y estamos viendo morir a las personas con VIH”, dijo. “Estas muertes podían haberse evitado”.

El sábado, golpeado por las crecientes protestas en el sector médico, Maduro anunció que destinaba el equivalente a $93 millones para oncología “de alto costo”, trasplantes y medicamentos contra el VIH. Pero no está claro cuándo llegarán los medicamentos al país, ni cuánto tiempo durarán.

VÍA LA PATILLA.

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