En uno, se reían de la cara que puso alguien cuando le advirtieron que ya habían contratado sicarios para matarle. En otros, compartían datos sobre escabrosos asesinatos ya cometidos, incluyendo en una ocasión la foto de un cadáver decapitado. Y en otra ocasión, discutían la muerte de un individuo que preguntaba demasiado.
Los mensajes de textos pertenecientes a los sobrinos de la pareja presidencial de Venezuela lucen como una barrera difícil de superar para las solicitudes de clemencia introducidas a favor de los jóvenes, ya declarados culpables en Nueva York por narcotráfico y cuya sentencia podría ser dictada esta semana.
Y es que las pruebas presentadas por la fiscalía muestra a los sobrinos discutiendo asesinatos, una operación previa de narcotráfico, negocios con la guerrilla colombiana de las FARC y una operación de corrupción donde pretendían cobrar $2 millones para saldar una deuda de $38 millones de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Esos actos desentonan con la imagen presentada por la defensa de que se tratan de jóvenes humildes e ingenuos, pero en esencia de buen corazón, que cayeron en una trampa de la agencia antidroga DEA colocada por razones políticas.
Vía: El Nuevo Herald

