Por José Bermúdez

La corrupción en Venezuela es considerada una de las más altas, de acuerdo a los estándares mundiales, sin duda prevalece en todos los niveles de la escala social venezolana, y de manera preponderante en el sector judicial y en todo lo relacionado a los cuerpos de seguridad, donde las tarifas se cotizan en dólares.

Aunque la corrupción es una variable difícil de medir fiablemente, Transparencia Internacional (de sus siglas en inglés TNI) en la actualidad posiciona a Venezuela entre los 20 países más corruptos del mundo.

El Capítulo zuliano de esta organización  (TNI) en los últimos 15 años han realizado supervisión a la gestión de los funcionarios públicos, revelando que, en nuestro país,  se ha aplicado de manera sistemática y generalizada, un conjunto de acciones que favorecen el desfalco al patrimonio público y la instauración de un Estado Criminal, cuyos tentáculos se han extendido, y que hoy forman parte de una red de corrupción con carácter internacional.

Vale destacar que todo sistema perverso se corrupción nacional es la mayor causante de la emergencia humanitaria compleja sin precedentes que padecen los venezolanos, haciendo notorio que su calidad de vida se ve afectada de manera dantesca.

El impacto desolador afecta a todos los sectores económicos y sociales de la nación, logrando una diáspora de más de 5,1 millones de ciudadanos, quienes de forma desesperada cruzan las fronteras, en búsqueda de un mejor estilo de vida.

Toda esta situación signada por la corrupción también afecta el sector salud, el caos del sistema sanitario nacional es una magnitud tal que deja a  la población indefensa ante los embates de una amenaza externa: la pandemia por COVID-19, cuyo alcance real es imposible de cuantificar, y es que  la desinformación y la opacidad oficial sobre el manejo y avance de la enfermedad no es un secreto.

Sobre este tema podemos señalar con claridad que ante un análisis sobre la corrupción debemos hacer un acercamiento a los factores que han contribuido al deterioro de la  situación económica, política y social en la que se encuentra el país, y permite una mejor compresión de una crisis que se ha traducido en penurias para los ciudadanos, con serios problemas para adquirir los alimentos y medicamentos, además padecen las fallas estructurales en servicios como agua, electricidad, transporte, seguridad y gas doméstico. A todo este escenario se suma la escasez de combustible, cuyo suministro está siendo sometido a un nuevo esquema de distribución que incluye precios diferenciados, con subsidio en bolívares, a través del Carnet de la Patria, y venta libre, llamada premium, a precios internacionales, en el que la danza de divisas es brutal.

A partir de 2007, lejos de rectificar, las autoridades mantuvieron y profundizaron la aplicación de esas caóticas políticas en el manejo de la distribución de gasolina, endosando la responsabilidad a factores externos a través de una poderosa maquinaria de comunicación nacional e internacional. Las consecuencias han sido tan devastadoras que la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michel Bachelet, señaló en su informe de julio de 2019, que “el desvío de recursos, la corrupción y la falta de mantenimiento en la infraestructura pública, así como la subinversión, han tenido como resultado violaciones al derecho a un nivel adecuado de vida, entre otros, debido al carencia de servicios básicos como el transporte público y el acceso a electricidad, agua y gas natural…”.

De igual modo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) advirtió en 2017 que “las denuncias de altos niveles de corrupción en el país permean aún más la débil institucionalidad estatal. Dado que la impunidad impulsa y perpetúa actos de corrupción”.  De no revertirse el panorama, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) estiman que el éxodo de venezolanos se mantendrá y, que este año, la cifra de personas que abandonan el país para escapar de la crisis podría elevarse a 6,4 millones. Todo gracias a la corrupción que destruyó a un país.

Todo lo antes descrito generó la destrucción total de un país petrolero convirtiendo en inexistentes los servicios básicos.

Muchos se preguntan que sucedió este 6 de diciembre, bueno la corrupción ganó después de tantos años destruyendo el país, sólo el 30% supuestamente salió a votar digo supuestamente porque si el régimen da esa cifra debemos dividirla por lo menos a la mitad, ahora podremos imaginar la pobreza extrema que los corruptos del régimen sucumbieron al país que las personas perdieron la empatía sobre algún liderazgo político.

Frente a un país, a una nueva Venezuela nos enfrentamos a un  reto inmenso que es: Sacar de los Huesos de los venezolanos la Corrupción.

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