Desde el pasado sábado, una mayor cantidad de masa monetaria circula en el país presionada por la asignación de bonos “especiales” en medio de una economía hiperinflacionaria.

Ocho millones de personas que poseen el Carnet de la Patria comenzaron a recibir el “Bono de Reyes” por 500 mil bolívares, cuya inversión es de 4 billones de bolívares, aproximadamente.

El pasado jueves, durante el balance de Gobierno del año 2017, el Jefe de Estado precisó que en materia de protección social, el Gobierno entregó  tres bonificaciones económicas  a través del Carnet de la Patria.
El primer bono, en septiembre,  fue de  Bs. 250 mil, que dirigió a tres millones de familias, a propósito del regreso a clases; esto fue el equivalente a 750 millones de bolívares.

En  diciembre de 2017 presentó  “dos fórmulas”:  el Bono Navideño que entregó  a 4 millones de personas, y el Bono Niño Jesús, que llegó a la misma cantidad de venezolanos,  como parte del segundo método de atención. Todo esto sumó 8 billones de bolívares.

Comenzando el 2018, el Gobierno reforzó la medida con una nueva entrega, esta vez del “Bono de Reyes”. Además, anunció la activación, a partir de esta semana, del plan especial de apoyo a 4 millones de hogares, mujeres y embarazadas del país, igualmente por medio del Carnet de la Patria y el Movimiento Somos Venezuela.

La medida de bonificación, sin embargo, es considerada como un factor generador de mayor impacto inflacionario, según algunos analistas, y más en un contexto de fuerte incremento de la liquidez monetaria, de más de 1.000%, solo en 2017, y la cual es señalada como la principal responsable de la escalada inflacionaria frente a la pérdida de más de 40% del PIB en los últimos 5 años y que se traduce en más dinero en la calle buscando menos productos y por lo tanto, mayor alza de precios.

Aunado, enero se caracteriza por ser un mes en el que se agudiza el desabastecimiento pues los comercios tienen menos inventario,  ya que necesitan reponer mercancía o supendieron sus operaciones en diciembre.

El economista José Useche explicó que, por simple teoría, el incremento de la masa monetaria sin una adecuada respuesta del aparato productivo genera un incremento de la inflación.  “Todo incremento salarial o bonificación debe ir acompañado de un incremento de la producción de bienes y servicios para satisfacer la demanda”, refirió.

Insistió en que este tipo de ajustes por parte del Gobierno buscan contrarrestar los aumentos de precios especulativos de los productos por parte del sector privado, sin embargo, debería ir acompañado de otro conjunto de medidas para evitar la inflación.

Por su parte, el economista Omar Muñoz, profesor en Gerencia Pública en el posgrado de la Facultad de Economía de LUZ, respaldó la medida pero consideró que no debe aplicarse de manera aislada.

Aclaró que si bien el factor producción es importante, el problema reside en que hace “falta una compensación económica a los sectores más deprimidos”, pero los ajustes salariales o entrega de bonos “no son la única medida que se debe tomar”.

“(Hasta el momento) no existe ninguna medida efectiva que garantice el control necesario sobre los precios, sobre la inflación. Dictar medidas que compensen el poder adquisitivo y no tener las que contrarresten los precios no logra el efecto que se persigue”, argumentó el catedrático.

“El control sobre los precios es uno de los tantos elementos que debe tomarse en cuenta, pero también debe atenderse el tipo de cambio. Es increíble que el gobierno  todavía tenga un dólar a 10 bolívares para algún sector, no hay transparencia allí”, criticó.

Muñoz recalcó que tampoco se han tomado medidas concretas  sobre las importaciones, sector en el que no hay una regulación; tampoco  hay control sobre las fronteras, ni se han tomado medidas de tipo fiscal, hay problemas graves con el problema del efectivo. “Estamos viviendo como en un corralito no declarado”, apuntó.

El profesor recordó que la Unasur presentó una propuesta en diciembre del año 2016 con  medidas; recomendando, incluso, la indexación salarial, es decir, ajustar los salarios de acuerdo con el índice inflacionario mensual,  acompañado de una protección social. Ese mismo  estudio habla del control del déficit fiscal, políticas monetarias, compensatorias.

“El Gobierno ha retrasado la aplicación de  las  propuestas que ha habido y en su lugar trata de compensarlo con medidas aisladas cuyo efecto no logra el objetivo deseado. Son medidas  incompletas”, rechazó.

Muñoz, no obstante, indicó que existen ciertos indicios de guerra económica, como por ejemplo, el mercado artificial que produce Dolar Today; que hay niveles de producción, algunos en crecimiento, pero el gran problema es la distorsión en los precios, y que de alguna manera están cartelizados.

El director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, expuso recientemente, que en medio de una escenario de hiperinflación, “una política clientelar (cita  aumentos de salario, cajas Clap, bonos), poco puede hacer”.

“¿Qué te dice la hiperinflación?  Que no hay fondo, que no hay anclas institucionales, ni anclas de política económica. Tú estás a la deriva. Es un deterioro que arrasa con todo el mundo”, alertó.

El economista  Víctor Álvarez ha advertido en sus análisis: “Cuando un gobierno gasta más de lo que le ingresa, lo que hace es inyectar más poder de compra del que sustrae por la vía del cobro de impuestos”, ya que con la caída del PIB existen menos empresas que paguen tributos a la nación.

“Para cubrir esa brecha, el Gobierno y las empresas del Estado se endeudan con el BCV, el cual emite dinero sin respaldo. Y al inyectar ese caudal de dinero a la circulación doméstica, muchos bolívares salen a comprar unos bienes cada vez más escasos, y eso atiza aún más la inflación”, criticó.

Vía Panorama.com

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