En Encava, la que fue la planta más grande de ensamblaje de autobuses en el país, las máquinas se apagaron. No hay producción. Sin materia prima la empresa no pudo sostenerse más y sus 270 trabajadores fueron enviados a sus casas con suspensión de salarios.

En septiembre inició la detención. En ese momento apenas se fabricaba una unidad diaria de una capacidad de tres. “Pero se dejó de hacer autobuses y nos dedicábamos solo a la reparación de los vehículos que llegaban chocados”, explicó Arturo Franco, dirigente sindical de la firma.

Así se lo logró mantener la compañía por unas semanas. Las cuentas no daban. El 9 de octubre el personal fue enviado de vacaciones colectivas, y el lunes 23, cuando se tenía previsto el reintegro, la nómina fue enviada progresivamente a sus casas.

Vía El Carabobeño.com

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