Por José Rosario Delgado

Conocí a Villa de Cura cuando mis abuelos maternos, José Abondo González y Silvina Martínez, junto a mi tío José Vicente, intermitente y alternadamente me enseñaban las primeras letras en el libro *Abajo Cadenas*, un texto producido por Félix Adam, ese apóstol de la educación cuyo nombre se mantiene en el más profundo de los olvidos, quien iniciaba así el proceso de alfabetización que se instituyó con el gobierno del Maestro Rómulo Gallegos, electo democráticamente en 1948, el año en que nací.

El libro narra desde Villa de Cura la bella y aleccionadora historia de la viuda Camila Camejo y su joven hijo Juan, quienes en el campo labraban un conuco que les dejó su difunto y que debieron abandonar acosados por los incendios forestales. A Camila no le quedó otra que agarrar sus escasas pertenencias y al muchacho con su chinchorro al hombro e irse al pueblo, donde sabía que una comadre le daría alojo y oficio para ganarse el pan,  mientras Juan vería qué hacer para conseguir trabajo.
Juan Camejo recorrió las pocas pero polvorientas y largas calles de La Villa sin hallar nada. Cansado ya, con el sol de los venados en la espalda, paró en lo que parecía una finca y dijo:
_¡Buenas tardes!
_¡Buenas tardes! ¿Qué desea el joven?
_Ando buscando empleo…
_Entonces vaya colgando que está en su casa…
Juan Camejo llegó a la Estancia «Los Taguanes» y fue recibido por el propio amo, don Pablo Acosta (creo que era el apellido), quien de inmediato lo condujo por la casa y le mostró dónde guindar. Así iría sucediéndose una serie de hechos y acontecimientos dignos de contar.
Eso mismo hice yo cuando, más grandecito, me iba a la *ARC* y tomaba un autobús para conocer la tierra de Juan Camejo con sus calles de hombres a caballo y carreta ganándose la vida en un bonito y sano ambiente lleno de emoción y expectativa.
*Abajo Cadenas* es un libro con la educación, el trabajo y los valores como norte en una época cuando se respiraban los primeros aires de democracia y libertad que nos inculcaron los civiles uniformados que nos dieron la independencia. Hay en todo el libro decenas de situaciones en las que se ve envuelto el protagonista Juan Camejo con la Villa de Cura rural como escenario y sus festividades costumbristas como atractivo, toros coleados incluidos, y otras que se llevarían todo el espacio contarlas.
Sin, embargo, el amor y la educación son un ingrediente fundamental. Juan le pondría el ojo a Cristina, la preciosa hija de don Pablo. En una ocasión la vio cortando unas flores y le dijo:
_¡Tenga cuidado con las estacas, Niña! _le quitó la tijera y procedió a cortar un ramo que le obsequió.
_Caramba -dijo Cristina-, ¿Cómo logra flores tan bellas?
_Es que las flores enseñan mucho, señorita…
_Ah, ¿entonces debe usted saber bastante…?
_No, ni la O por lo redondo…
_¿Cómo? ¿No sabe leer?
Y esa noche, a la luz de una vela, Juan recibió su primera lección…
«JOSÉ ROSARIO DELGADO»

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