Hoy no nos dedicaremos a analizar sino a opinar.
1. Las expectativas de la mayoría de los venezolanos preocupados por los asuntos políticos (pueden no ser muchos en este período de sobrevivencia en el que todos andamos) estaban puestas en los resultados de la reunión realizada recientemente en Bogotá.
Reunión que, como hemos dicho anteriormente, tuvo como antesala los diálogos entre diversos actores políticos y sociales, que contaron con el apoyo del expresidente Felipe González en su rol de facilitador, particularmente muy activo.
2. Debemos decir con la mayor sinceridad, que resulta inexplicable y hasta decepcionante, que a estas alturas aún no haya un acuerdo de los factores de la alternativa democrática frente al autócrata Maduro, para dar a conocer al país los resultados de estos encuentros.
3. En el diseño de la política, hay consenso sobre la lucha por alcanzar unas elecciones libres, justas y verificables, lo cual es coherente con el apoyo de la Comunidad Internacional que nos acompaña en ese pedido. Este viraje no ha sido una tarea fácil,
pues sabemos que factores importantes de la alianza opositora, seguían apoyando la idea de la necesidad de que desde el exterior se mantuviera la “amenaza creíble” de la fuerza para provocar una transición. La adopción de esta consigna implica igualmente que se seguiría pidiendo que esas elecciones libres incluyan TODOS los mandatos públicos a elegir y que la presión se orientara a lograr una negociación en la que el régimen aceptara crear esas condiciones. Luego de las declaraciones del embajador de Estados Unidos para Venezuela, se sugirió que, aunque todos los mandatos deberían ser renovados, se podría evaluar la participación en unas regionales, siempre y cuando se lograra un compromiso de cronograma, para realizar las que quedaran
pendientes de acuerdo con los estándares internacionales que hemos estado exigiendo.
4. Hasta ahora no se conoce ninguna objeción importante a este acuerdo por parte de las fuerzas opositoras a este acuerdo, aunque es del dominio público que todas las organizaciones políticas están recibiendo una fuerte presión de sus bases en las
regiones para conseguir un acuerdo que permita participar en dicho evento electoral. Sabemos igualmente que todos los partidos están montando equipos electorales y trabajan en hipotéticas maquetas. Es probable que esta presión haga que se resienta aún más el bloque del G4 que todavía no consigue los mecanismos apropiados para ventilar y resolver algunas de sus diferencias.
5. Aún no se ha logrado un consenso para la presentación pública de los acuerdos de Bogotá porque han surgido desacuerdos en relación al funcionamiento de la nueva plataforma organizativa. El punto más polémico es el del valor del voto de las organizaciones para la toma de decisiones. Hay la idea de superar el mecanismo
de la unanimidad para evitar la parálisis que supone el veto que podría tener algún partido en ese esquema, pero aún no encuentran un mecanismo de mayoría calificada para las decisiones trascendentales.
6. Mientras todo esto ocurre, el régimen de maduro avanza de manera unilateral en su plan para la designación de un nuevo CNE sin que la alianza opositora proponga claramente una alternativa que sirva de base a una negociación. La visita de los noruegos no ha logrado hasta ahora abrir el espacio de diálogo necesario para
la escogencia de un CNE que cumpla con las garantías democráticas y el reconocimiento de la Comunidad Internacional.
La ampliación del lapso de presentación de candidatos a rectores que anunció Jorge Rodríguez, es una mala señal del régimen que apunta a la falta de voluntad política para la realización de una negociación auténtica como la que estamos exigiendo.
7. Cuando hablamos de elecciones libres, es obvio que deben existir las condiciones para adelantar un cronograma electoral. En esto hay acuerdo mayoritario entre los actores de la alternativa democrática y por lo tanto existe una oportunidad de ampliar el bloque de lucha por las elecciones libres, justas y verificables.
8. Sin embargo, hay una sensación de parálisis que dificulta ampliar esa base de lucha por las condiciones, lo cual amenaza con socavar también la unidad interna frente a las elecciones regionales. En efecto, mientras más tiempo pase sin que se decidan políticas y plataformas, más posibilidad hay de que se produzcan resquebrajamientos regionales en favor de participar a como dé lugar, independientemente de las condiciones.
9. En este marco de inquietantes realidades, aparece como un resquicio de acción positiva el trabajo valiente y constante que la Comisión Delegada y algunos partidos políticos vienen realizando en su despliegue por el país. No hay duda de que la actitud de estos diputados ha logrado, en los sitios donde han estado, moralizar a las vanguardias opositoras y sacar del desánimo a sectores que siempre se han movilizado al llamado de las fuerzas democráticas. Esta iniciativa debería ser aprovechada también para intentar reunir -aunque resulte obvio- a sectores de la
sociedad civil para plantear el debate de las condiciones y así sumar adhesiones al plan de lucha por elecciones libres.
10. También debemos reseñar que el apoyo y el reconocimiento de
la Comunidad Internacional se han mantenido consecuentes, pero
probablemente esto no será eterno. Esa una poderosa razón por la
cual la dirigencia opositora debe asumir con grandeza la tarea de
producir los acuerdos la articulación necesaria que permita seguir
avanzando y manteniendo la presión a fin de que se concrete la
negociación que consiga las condiciones para las elecciones libres,
justas y verificables que Venezuela exige.
Cuando algunos preguntan ¿Qué hacer si no hay negociación y no
se logran las condiciones? La respuesta es: Perseverar de frente y
en todos los frentes pacíficos, democráticos y constitucionales por
unas elecciones libres y el cambio político. Perseverar.
GAFI

