El Museo de Historia Natural de Nueva York está a punto de inaugurar su nuevo edificio, una impresionante obra arquitectónica diseñada para conectar a los visitantes con su lugar en el mundo natural.
Pequeñas hormigas desfilan por un puente de cristal en la nueva ala del museo, el Centro Richard Gilder para la Ciencia, la Educación y la Innovación. Ballenas gigantes se deslizan por las paredes en una muestra inmersiva de video. Y las curvas naturales del edificio, inspiradas en los cañones del suroeste de Estados Unidos, pretenden resaltar cómo todo está entrelazado.
El centro, que tuvo un costo de 465 millones de dólares y cuya construcción tardó casi una década, abrirá sus puertas al público el jueves, añadiendo un nuevo factor sorpresa a uno de los museos más visitados del mundo.
La arquitecta Jeanne Gang dijo el miércoles en una visita de prensa previa a la inauguración que se preguntó cómo el espacio podía contribuir al deseo natural de la gente de aprender. “Eso nos llevó a revisar paisajes geológicos, donde se puede ver cómo las fuerzas naturales dan forma a la materia, dan forma a nuestro mundo”, explicó.
El Centro Gilder ya alberga a más de medio millón de habitantes diminutos, residentes de una exhibición de insectos que cuenta con 18 especies de bichos vivos, y un jardín interior donde los visitantes podrán mezclarse con cientos de polillas y mariposas.
El objetivo es que la gente “se acerque y conviva” con los bichos y se destaque su importancia en el mundo natural, comentó David Grimaldi, entomólogo del museo.
“Los insectos tienen una muy mala reputación debido a esta pequeñísima fracción de insectos que pican o transmiten enfermedades”, dijo Grimaldi. Pero la mayoría de las especies de insectos no suponen ningún peligro para el ser humano y son parte esencial de sus ecosistemas más amplios, añadió.
Mariposas de colores brillantes vuelan alrededor de un jardín, que se mantiene caliente y húmedo para imitar sus hogares tropicales, mientras escarabajos gigantes se alimentan de fruta en descomposición.
Y luego están las hormigas: El museo envió unas 500.000 hormigas cortadoras de hojas para construir una enorme colonia en el insectario. Las diminutas obreras recogen sus hojas en un recinto acristalado y luego cruzan un puente para cultivar sus festines fúngicos en grandes bulbos de cristal a lo largo de la pared.
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Fuente: LA Times