Las autoridades de Ucrania denunciaron este sábado una nueva ola de ataques con misiles en la región de la ciudad de Zaporizhzhia. Según detallaron funcionarios de la Administración Militar local en su canal de Telegram, las ofensivas alcanzaron “infraestructura crítica”, lo que constituye un crímen de guerra.

En esta “instalación vital” en el centro de la región “viven cientos de miles de civiles, de los cuales muchos han tenido que abandonar sus hogares y huir de la ocupación rusa”, agregó la Administración y agregó que “ya se han movilizado los medios de respuesta adecuados”.

Por su parte, el alcalde de la ciudad, Anatoli Kurtev, confirmó que “hoy, a plena luz del día, el enemigo ha vuelto a atacar Zaporizhzhia”, dejando un incendio tras el impacto de uno de los misiles y la agencia de noticias UNIAN confirmó dos explosiones más causadas por proyectiles provenientes de Tomak.

Zaporizhzhia esta ubicada el este de Ucrania, una zona que está bajo control de las fuerzas de Zelensky, mientras que la central nuclear que lleva su mismo nombre está ocupada por Moscú casi desde el inicio de la guerra.

El último jueves, Rusia emprendió una nueva ofensiva en esta región, que implica brutales y reiterados bombardeos. Desde entonces, ya se han registrado impactos de misiles en Kiev, Nikolaev, Kharkiv, Odessa, Yítomir, Ivano-Frankivsk, Khmelnitski, Ternopil y Leópolis.

Estos ataques, lanzados durante la madrugada, cuando la mayoría de las personas dormía, dejaron a al menos seis civiles muertos y a gran parte del país sin electricidad.

Rusia empleó misiles hipersónicos del tipo Kinzhal para estas operaciones, consideradas una de sus armas más valiosas, ya que son capaces de llegar a casi cualquier punto del mundo -su alcance es de más de 2.000 kilómetros- y consiguen una velocidad entre cinco y diez veces mayor que la del sonido.

Los Kinzhal son lanzados desde camiones en tierra y pueden maniobrar con gran rapidez, lo que dificulta su interceptación. Yuriy Ihnat, portavoz de la Fuerza Aérea de Ucrania, admitió que “no tienen armas capaces de derribar a los Kinzhals”.

En ese sentido, en las últimas horas, el ministro de Defensa ruso, Oleksi Reznikov, contabilizó en 820 los misiles de crucero que su país ya ha lanzado contra el territorio ocupado, desde octubre de 2022.

El uso de estas armas por parte de Moscú, a poco más de haberse cumplido un año del conflicto bélico, podría deberse a una serie de razones. Algunos especialistas apuntan a que el Kremlin estaría quedándose sin el armamento que habitualmente empleaba en sus ataques, por lo que se habría visto obligado a valerse de estas más preciadas mientras que, otras fuentes, estiman que se debe a la desesperante necesidad de conseguir una victoria.

“Por una razón u otra, necesitaban un resultado”, comentó un vocero de la armada que, a su vez, no desestimó la capacidad de Rusia de hacerse nuevamente de este armamento. “Es posible que pueda reponer los Kinzhals con relativa facilidad dado que es simplemente una versión modificada de un misil existente”, dijo.

A la par de los ataques, Moscú se ha adjudicado la conquista de Prechistovka y Ugledar, en la región de Donetsk, cerca de Zaporizhzhia, tras dejar más de 70 bajas de militares ucranianos y destruir tres vehículos blindados con más ofensivas.

 

 

 

 

Fuente: Infobae

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