Pero, ¿es suficiente? ¿Puede un alivio económico específico impulsar el crecimiento en un país donde la infraestructura, la confianza y las instituciones se han erosionado con el tiempo? Y lo que es más importante, ¿quién se beneficia y quién se queda atrás si la arquitectura de las sanciones sigue cambiando?

Este artículo explora las implicaciones económicas a corto plazo, las preocupaciones estratégicas a largo plazo y las realidades políticas de un posible retorno de Venezuela.

Una instantánea de las sanciones: Del aislamiento al compromiso parcial

El descenso de Venezuela a la agitación económica no puede atribuirse únicamente a las sanciones, pero las medidas estadounidenses -en particular las impuestas en 2019 dirigidas a Petróleos de Venezuela (PDVSA)- han tenido efectos devastadores en los flujos de ingresos del país. Con la producción de petróleo cayendo por debajo de 500,000 barriles por día en su punto más bajo, la nación perdió miles de millones en ganancias potenciales. Eso significó menos importaciones, arcas gubernamentales vacías y una crisis humanitaria marcada por la hiperinflación, la escasez de alimentos y la emigración masiva.

Sin embargo, a finales de 2023, tras las negociaciones entre el gobierno de Maduro y los líderes de la oposición, y en medio de una reestructuración más amplia de la dinámica energética mundial debido a la guerra en Ucrania y las tensas cadenas de suministro, Estados Unidos emitió licencias temporales que permitían algunas exportaciones de petróleo bajo ciertas condiciones.

Este alivio limitado de las sanciones -aunque no se trata de un desmantelamiento total- ya ha tenido efectos económicos notables.

Primeros signos de recuperación: ¿Reales o ilusorios?

En el primer trimestre de 2025, PDVSA anunció un aumento del 30% en la producción de crudo, alcanzando casi 850.000 barriles diarios. Aunque todavía lejos de los niveles anteriores a las sanciones, este modesto repunte indica una renovada demanda internacional y una prudente reinversión.

Los analistas estiman que, con un acceso continuado a los mercados estadounidense y europeo, Venezuela podría generar hasta 12.000 millones de dólares en ingresos petroleros este año.

Para los ciudadanos de a pie, las primeras señales son sutiles pero reales: suministros de combustible más estables en Caracas, mayor disponibilidad de bienes importados y ligeras reducciones de los tipos de cambio en el mercado negro.

Sin embargo, la desigualdad económica sigue siendo flagrante. La dolarización de la economía sigue beneficiando más a la élite urbana y al sector privado que a la mayoría, que sigue dependiendo del sistema público basado en bolívares, que está infradotado.

Retos de la ampliación

Incluso con el alivio de las sanciones, Venezuela se enfrenta a una serie de vientos en contra nacionales y mundiales:

1. Degradación de las infraestructuras

Años de inversión insuficiente, corrupción y falta de piezas de repuesto hacen que las refinerías, oleoductos e instalaciones de almacenamiento estén en mal estado. Los expertos calculan que reactivar el sector hasta alcanzar 1,5 millones de barriles diarios requeriría más de 10.000 millones de dólares en inversiones.

2. Escepticismo de los inversores extranjeros

Aunque Chevron y algunas empresas europeas han vuelto a entrar con cautela, la inseguridad jurídica y el riesgo de un cambio de política mantienen al margen a muchos inversores potenciales. Sin garantías contractuales claras y reformas judiciales, las empresas internacionales dudarán en asumir compromisos a largo plazo.

3. Fuga de cerebros y escasez de mano de obra

El sector petrolero también se enfrenta a una escasez de mano de obra cualificada, ya que miles de ingenieros, geólogos y técnicos han emigrado en la última década. Reconstruir el capital humano podría llevar años, incluso con inversión financiera.

Política interior: ¿Seguirá la reforma económica?

Paralelamente al crecimiento potencial del petróleo, algunos observadores esperan que el gobierno de Maduro liberalice partes clave de la economía. Ha habido rumores de la apertura de sectores adicionales, como la minería, las telecomunicaciones y la agroindustria, a la inversión privada, junto con la racionalización de la carga burocrática de hacer negocios.

Pero los escépticos sostienen que la apertura económica sin reforma política es efímera. Si la relajación de las sanciones refuerza el statu quo político actual sin mejoras más amplias en la gobernanza, la transparencia y el Estado de derecho, cualquier beneficio económico puede seguir siendo superficial o concentrarse entre los iniciados.

Riesgos geopolíticos: El factor Rusia-China

No se trata sólo de una cuestión económica: Venezuela es una pieza de ajedrez geopolítico. Dado que Rusia, China, Irán y Turquía han ganado influencia en los últimos años, el nuevo compromiso de Estados Unidos se debe en parte a la preocupación por el alineamiento de Venezuela con sus rivales.

China es el mayor acreedor bilateral de Venezuela, con más de 60.000 millones de dólares en préstamos respaldados por petróleo desde principios de la década de 2000. Rusia ha apoyado al régimen diplomática y militarmente. Si Estados Unidos pretende recuperar influencia en la región, un acercamiento económico bien calibrado con Venezuela puede considerarse una necesidad estratégica.

Sin embargo, los críticos advierten del riesgo de ocultar los problemas de derechos humanos en favor del pragmatismo energético, especialmente en un año previo a las elecciones presidenciales de 2024 en Venezuela.

El pueblo venezolano: Esperando alivio

Mientras políticos y analistas debaten sobre geopolítica y política energética, los venezolanos de a pie siguen soportando el peso de la inestabilidad. A principios de 2024:

Más del 75% de la población vive por debajo del umbral de pobreza

Casi 7,7 millones de personas han emigrado al extranjero

La sanidad pública sigue en crisis, con escasez de medicamentos en muchos estados

El alivio de las sanciones podría ayudar indirectamente si el aumento de los ingresos del petróleo aumenta la capacidad del gobierno. Pero eso depende de si esos fondos se gastan en bienes públicos o son absorbidos por la corrupción.

Para evitar que se repita el petro-populismo que alimentó la mala gestión en el pasado, los grupos de la sociedad civil instan a una mayor transparencia en los ingresos y gastos del petróleo, así como a una supervisión internacional cuando sea posible.

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