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Sí, hay unos que si celebran por todo lo alto, pero para otros, esta fecha se convirtió en una jornada para recordar la terrible situación que arropa a muchos hogares venezolanos.
La crisis económica, social y política que azota a la nación ha transformado esta fecha en un día de dolor y resiliencia para miles de padres venezolanos, quienes enfrentan desafíos que van más allá de lo imaginable.
La sombra de la represión se cierne sobre muchos hogares venezolanos.
Padres han sido detenidos arbitrariamente por expresar opiniones contrarias al régimen de Nicolás Maduro, dejando a sus familias desamparadas. En paralelo, otros padres viven la angustia de tener a sus hijos injustamente privados de libertad, en detenciones que se extienden por meses e incluso años, sin garantías de un debido proceso. La lucha por la justicia y la libertad de sus descendientes se convierte en la prioridad que eclipsa cualquier celebración. A ellos se le suma aquellos padres que han tenido que huir de las garras del chavismo para evitar una desaparición forzada.
La precariedad del sistema de salud público es otra herida abierta para los padres venezolanos.
Aquellos con hijos que padecen enfermedades crónicas o complejas se enfrentan a la dolorosa realidad de tratamientos impagables y la escasez de medicamentos. Han tenido que presenciar con impotencia cómo la salud de sus hijos se deteriora progresivamente, una tragedia que ninguna festividad puede mitigar.
Quizás una de las realidades más desgarradoras para los padres venezolanos es la diáspora.
La búsqueda de una mejor calidad de vida y oportunidades ha empujado a millones de jóvenes venezolanos a migrar, dejando atrás a sus familias. Hoy, un sinnúmero de padres celebran este día con la silla vacía en la mesa, el teléfono como único puente con sus hijos y la tristeza de envejecer solos en una tierra que ya no ofrece futuro a las nuevas generaciones. La distancia física se suma a la carga emocional de saber que sus hijos, aunque en tierras lejanas, enfrentan sus propios desafíos y nostalgias.
En este Dia del Padre, no hay espacio para grandes festejos.
En Venezuela, la fecha se convierte en un recordatorio de la fortaleza de los padres, de su capacidad de sacrificio y de la esperanza silenciosa de un futuro donde puedan volver a abrazar a sus hijos, verlos crecer en libertad y con salud, y compartir un día del padre sin el peso de la crisis.