Hace un año, un grupo de venezolanos buscó refugio en la embajada de Argentina en Caracas. Desde entonces, han sido convertidos en rehenes del régimen, aislados, privados de luz, agua y comida. Un trato inhumano que refleja lo que viven miles de presos políticos en el país.

Hasta hace poco, eran seis. Pero uno de ellos, quizás por las consecuencias de esas condiciones, falleció. Los demás han sufrido enfermedades, golpes, tortura psicológica y amenazas constantes, sin atención médica ni auxilio. Sus familias también son víctimas de este amedrentamiento, de un sistema que nos tiene a todos como rehenes.

Un país donde el agua y la comida son un privilegio, donde la represión no distingue entre una cárcel y una embajada sitiada. Exigimos el respeto a los derechos humanos y la liberación de todos los presos políticos. Venezuela no puede seguir secuestrada

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