Un análisis de las condiciones del país caribeño muestra que podría desencadenarse una situación explosiva en el corto plazo

Por Mac Margolis

Los venezolanos tuvieron una rara ocasión para celebrar la semana pasada cuando una directiva del Gobierno despejó el camino para que cientos de miles de sus compatriotas en peligro recibieran dosis de las vacunas contra el covid-19.

Oh, espere.

Los compatriotas en cuestión eran inmigrantes, quienes dejaron su tierra natal para hacer una nueva vida en el extranjero. El Gobierno era el colombiano, cuya directiva para proteger a los venezolanos expatriados no emanaba del caudillo en Caracas, sino de su archicrítico al otro lado de la frontera, el presidente Iván Duque. Mejor aún, la oferta de vacunas es parte de un acuerdo más amplio para otorgar un estatus de protección temporal a los venezolanos que viven de manera irregular en Colombia, lo que abre la puerta para que casi 1 millón de vecinos desplazados residan, trabajen y accedan a la salud pública en su hogar adoptivo de manera legal.

Es un milagro que el virus ya no haya abrumado a Venezuela. Para el 11 de febrero, el país había registrado oficialmente casi 132.000 casos y lamentado la pérdida de 1.260 vidas a causa de la enfermedad, un número notablemente modesto en comparación con el afectado continente sudamericano, en particular si se considera la devastación del sistema de salud de Venezuela. Las autoridades del régimen atribuyen la curva de contagio relativamente baja a los oportunos mandatos de uso de tapabocas y las medidas de cuarentena.
FOTO DE ARCHIVO. Imagen referencial de personas recolectando agua en una calle, en Caracas, Venezuela. 23 de marzo de 2020. REUTERS/Manaure QuinteroFOTO DE ARCHIVO. Imagen referencial de personas recolectando agua en una calle, en Caracas, Venezuela. 23 de marzo de 2020. REUTERS/Manaure Quintero

Las cuarentenas y las medidas de distanciamiento social, las herramientas favoritas de los regímenes autoritarios que buscan sofocar la disidencia colectiva, pueden haber ayudado. Sin embargo, médicos y profesionales de la salud informan que la combinación de la ineptitud oficial y la emergencia económica del país puede haber camuflado y, por lo tanto, subestimado descaradamente la crisis.

Un fracaso en el seguimiento del virus se ha sumado a este espejismo. Con solo dos laboratorios gubernamentales acreditados en Caracas, donde se reportaron la mayoría de los casos, y pocas pruebas en otros lugares, Venezuela enfrenta ciega a la pandemia. “Saque los cálculos: ¿ cuántas pruebas pueden procesar las dos instituciones gubernamentales?”, dijo el especialista venezolano en enfermedades infecciosas Alberto Paniz Mondolfi, director asistente de microbiología de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai.

Personas venden su mercancía de manera informal en Caracas (Venezuela). EFE/ Rayner Peña R./Archivo

Personas venden su mercancía de manera informal en Caracas (Venezuela). EFE/ Rayner Peña R./Archivo

Ese idilio no durará. Luego de estar confinado en algunas zonas, el virus comenzó a propagarse rápidamente a mediados del año pasado.

Quizás ningún país de la región esté menos preparado. La Encuesta Nacional de Hospitales Venezolanos y la red no gubernamental de defensa de la epidemiología de Venezuela, contó solo 720 camas de cuidados críticos y 102 ventiladores en todo el país cuando comenzó la pandemia. Los números no son mejores hoy, dice Paniz-Mondolfi.

Fotografía de archivo fechada el 26 de enero de 2021 que muestra a un grupo de migrantes venezolanos mientras caminan por una carretera, en la región de Tulcán (Ecuador). EFE/Xavier Montalvo/Archivo
Fotografía de archivo fechada el 26 de enero de 2021 que muestra a un grupo de migrantes venezolanos mientras caminan por una carretera, en la región de Tulcán (Ecuador). EFE/Xavier Montalvo/Archivo

La vacunación masiva sería una bendición. Sin embargo, una difícil circunstancia partidista ha amenazado un acuerdo para asegurar hasta 6 millones de dosis de vacunas contra el covid-19 destinadas a Venezuela a través del mecanismo global Covax de la Organización Mundial de la Salud. Bloomberg News informó el 11 de febrero que un avance puede estar cerca, pero hasta ahora Maduro ha afirmado que no puede pagar las vacunas debido a los fondos congelados por el Gobierno de Estados Unidos, mientras que Juan Guaidó no pedirá la liberación de esos fondos hasta que Maduro se alinee con la Organización Panamericana de la Salud.

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