Por: Luis Velázquez Alvaray

Los venezolanos tras la conquista cubana somos víctimas del despojo económico y el sometimiento político; y ahora laboratorio de los curanderos milagrosos y con perifoneo propio, donde el usurpador como guiñol -auténtico mequetrefe- anuncia y firma la factura para sacar de las despensas cubanas un bebedizo de engaños, de estos vividores antillanos, curanderos y sanadores, expertos en trampas, burlas y en pasearse en la buena fe de la gente. Esta comedia chancera de las “gotitas milagrosas”, son una pócima inescrupulosa que nos ofrece un personaje de opereta, que ha convertido la salud pública en un desparpajo miserable, donde la profesión médica es sustituida por yerbateros, matarifes, con fármacos inventados, suplantando la ciencia por atrevimientos rituales y soluciones fantasmas propias de la brujería medieval.

Desconoce este bribón la tradición de Venezuela como formadora de figuras cimeras del campo médico. Para comenzar la UCV, hoy sometida a la destrucción por el régimen, creó la Facultad Médica de Caracas en 1827, obra del Libertador y del Doctor José María Vargas. Sabio interdisciplinario reconocido por la ciencia mundial. El Doctor Rafael López Baralt, Luis Razzetti, el Doctor Ramón Soto González en la Universidad del Zulia; el Doctor Valencia Parpacen. La Universidad de los Andes, en Mérida, perseguida siempre por tiranos. Allá han destacado miles de profesionales, investigadores en prestigiosas cátedras de medicina. Sería imposible nombrarlos, existe un compendio del Doctor Chalbaud Zerpa, que muestra la grandeza de nuestros Doctores.

La ULA “sembró semillas para la vida”, dijo una vez el Rector Néstor López Rodríguez. Son ejemplos, los Colegios Médicos y su Federación. Muchos los aportes a la ciencia que hoy quieren eliminar estos yerbateros de dudosa procedencia.

Es la magia negra inculcada por Fidel Castro y continuada por los discípulos chavistas. Las “gotitas milagrosas” de los babalaos deben ser ingeridas, no sin antes limpiarse la lengua con la pluma de un gallo negro, homenajear el pajarito que habla desde el cuartel de la montaña y una jicotea que sustituyó los equipos modernos de nuestros hospitales, que fueron saqueados para entregarlos como chatarra a clínicas, donde solo van los jefes castristas, sandinistas, chavistas y los colectivos terroristas de todo el globo. La medicina venezolana, reconocida en las prestigiosas esferas de la ciencia universal, regresó a la edad media, destruyendo el ejercicio de las más altas especialidades, sustituidas por las teorías del mal de ojo, de las escobas que cabalgan y de los ungüentos y bebedizos de álamo negro con manteca de cerdo oscuro, que los crían en derruidos apartamentos de La Habana.

En las reliquias de Miraflores para la práctica del exorcismo, que antiguamente protagonizaban gallinas y zorros de Sabaneta, ahora reciben aquelarres por oro del arco minero, en los intercambios con Petro en Colombia, La Madame Nicaragüense, Cristina la de Argentina, ya acostumbrados a percibir cuantiosos bonos por sus ofrendas al demonio.

Así que no es de extrañar que muy pronto el mercader de La Habana, además de las gotitas, anuncie un linimento caliente que nos costará millones, para seguir untando la burocracia de la Isla conquistadora.

En este episodio Castrochavista, los hermanos Grimm – revivirían sus cuentos de brujerías- con argumentos y personajes suficientes para exponer estas prácticas basadas en pócimas, bebedizos, conjuros y espejos sanadores. Incluso podrían adaptar su obra “los dos hermanos” donde uno sustituyó la medicina por la criminalidad y ella con el poder de generar oro y repartirlo como antes se hacía con el agua de los pozos.

Los poderes sobrenaturales y de encantamiento son de tal experticia que comercian el arbusto de coca en millonario polvo blanco.

P.D. Con el Doctor José Gregorio Hernández no te metas.

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