Por José Luis Centeno S.  @jolcesal

La madrugada del “4F”, tras regresar el Presidente Carlos Andrés Pérez al Palacio de Miraflores y evaluar la situación en torno a la sublevación militar con el Ministro de la Defensa, General Ochoa Antich, el alto oficial establece contacto telefónico con Hugo Chávez, identificado como el líder de la sedición, quien se encontraba en el Museo Histórico Militar, “Ríndase”, pide Ochoa, “No me voy a rendir”, recibe por respuesta.
Viendo llegar a palacio al general Ramón Santeliz Ruiz y en conocimiento de su amistad con el oficial insurrecto, Ochoa le propone a Chávez enviarlo a conversar con él “para que le demuestre lo comprometido de su situación”, el presidente Pérez “Estuvo de acuerdo”. “La gestión del general Santeliz no tuvo éxito”. Pérez instruye a Ochoa Antich que si para la seis de la mañana el Comandante Chávez no había depuesto su actitud golpista, que ordenara el ataque aéreo del museo hasta reducir a los alzados.
Para junio de 2020, Ochoa Antich refutó a quien quiera que lo cuestionara por lo del bombardeo aéreo, en medio de la controversia surge la figura del General de División Manuel Heinz Azpúrua, ex director de Inteligencia del Ejército y Comandante del CUFAN, entonces Director General de la DISIP, quien sugiere al presidente Pérez una acción quirúrgica en el Museo Histórico antes que el bombardeo.
El presidente autoriza la operación si esta se realiza antes de las seis de la mañana, hora en la que estableció el bombardeo. Heinz Azpúrua le ordena al Comisario Otoniel Guevara que proceda a la brevedad a ingresar con el personal que hiciera falta al Museo Histórico Militar, a los fines de neutralizar a los jefes del intento de golpe de Estado ahí presentes.
Es así que, siendo las cuatro de la mañana, el grupo de “disips” llega al museo, vestidos de camuflaje verde militar -que usaban normalmente en operaciones conjuntas con las Fuerzas Armadas- e ingresan sin ninguna resistencia al lugar en donde reinaba el caos y la confusión, tomando posiciones que posibilitaban la neutralización de los jefes sediciosos.
Los “disips” proceden a informar que lograron ingresar y que tienen acceso al recinto en donde se encuentra Chávez con sus oficiales, Heinz Azpúrua dispone esperar instrucciones; minutos después, el presidente Pérez ordena telefónicamente a los incursores de la DISIP retirarse del lugar. Chávez se rindió alrededor de las 6:30 a.m., sin que se produjese el ataque aéreo.
En estas circunstancias entra Otoniel Guevara a la lista de enemigos personales de Chávez Frías, aun cuando no se sabe que le hubiera causado algún tipo de daño o malestar al Comandante o a los suyos implicando un posterior desagravio como el planteado por el sublevado, quien tan pronto llega a la Presidencia de la República propicia cuatro años de criminalización contra Los Guevara, preámbulo del encarcelamiento de los ex funcionarios policiales en noviembre de 2004.
De modo similar Rolando Guevara ingresa a esa lista, totalmente por casualidad. Entrada la mañana del 4 de febrero, junto a compañeros del CTPJ y algunos Policías Metropolitanos, se encuentra en la Avenida Sucre, a la altura del Edificio Naiguatá, a un numeroso grupo de soldados paracaidistas, a unos doscientos metros de Miraflores, quienes estaban con sus oficiales resguardados en el mencionado edificio y alrededores.
El Comisario Rolando Guevara dirige la detención de los militares tras hablar con el líder de esa tropa y determinarse su participación en la asonada, sólo que esperaban órdenes o que el Comandante, Chávez, se hiciera presente, y nada de eso pasó. No se tiene conocimiento de que algún efectivo militar, oficial, suboficial o tropa hubiera sido maltratado desde su detención hasta llegar al Cuartel de Conscriptos en el Fuerte Tiuna.
La animadversión del insurgente recayó por igual sobre Juan Guevara, por el cumplimiento de sus funciones ese año y tiempo después. El Inspector es asignado a la investigación de los sucesos acaecidos al interior y en los alrededores del “Retén e Internado Judicial de Los Flores de Catia” durante el segundo levantamiento, entre el 27 y 29 de noviembre de 1992, haciendo constar que:
“…la actuación de la Guardia Nacional, así como de la Policía y Guardia Carcelaria durante las primeras 24 horas de ocurrencia de los hechos no fue verificada por ninguna autoridad civil”, indicando explícitamente: “…algunos de los reclusos habían sido ejecutados por la espalda o el costado.”
Esa apreciación técnica coadyuvó a que en febrero de 2005 la Corte Interamericana de Derechos Humanos sancionara al Estado Venezolano, siendo los chavistas responsables como Estado y partícipes en dicha revuelta, decisión tomada a pocos días de la Audiencia Preliminar en el caso del Fiscal Danilo Anderson, de cuya muerte acusaron sin fundamento alguno a Rolando, Otoniel y Juan Guevara.
La sanción generó condicionantes en la preliminar para la juez 11 de Control de Caracas, Rita Hernández Tineo, siendo lo determinante, hablando de Juan, ser uno de los investigadores del “terrorismo financiero” en 1993 y como resultado, Walter Del Nogal y Ramiro Helmeyer pagaron cárcel acusados de crear “terror económico”, según Carmen Medina ellos se valieron de su amistad con Chávez para desquitarse encarcelando a su esposo.
El origen del encauzamiento penal de Los Guevara está en estos hechos, explicando que en juicio no se demostrara la comisión de los delitos atribuida a ellos y que cumplieran hace poco 16 años presos sin “derecho a gozar de los beneficios procesales de ley ni a la aplicación de medidas alternativas al cumplimiento de la pena”. El resentimiento o animadversión y la hostilidad guardan relación directa con el proceso emocional de la ira, cuyo equivalente, la violencia, signó este caso de circunstancias paradójicas.
– La información de que se gestaba un intento de golpe de Estado estaba en el ambiente desde hacía rato. El presidente se negaba a aceptar la información que al respecto se le llevaba debido al alta estima que sentía por los militares, para él eran caballeros incapaces de violar su juramento. Antes de que la DISIP se enfrentara a los sediciosos y aún antes de que llegaran a las sedes presidenciales, ya DISIP-Vargas había tomado medidas para asegurar la integridad del presidente incorporándose a la Caravana Presidencial y despejando la ruta hacia Caracas por la autopista. Los motorizados detectaron que un vehículo se había incendiado dentro de uno de los túneles Boquerón, por lo que desviaron hacia la pista de bajada a Vargas, la subida de la Caravana. Más tarde, se inició la refriega en las inmediaciones de La Casona entre policías municipales de Petare y DISIP contra el personal de paracaidistas dirigido por el Capitán Rodríguez Torres -rememoró el Comisario General Otoniel Guevara.
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