“Estaba desesperado. ¡Necesitaba gasolina para trabajar! Ni haciendo cola lograba cargar el tanque. Pero un estado de WhatsApp fue mi salvación. ‘Tengo gasolina a 2 dólares el litro’, eso puso en su celular un guardia que conozco”.
Esta historia —la del trujillano Enrique Viloria— se repite a diario en Venezuela, un país petrolero con escasez de gasolina, la cual debe comprarle a otro país petrolero sancionado por Estados Unidos: Irán, y se la vende a los ciudadanos venezolanos en la moneda del país sancionador (EE. UU.), es decir, en dólares.
Lamentablemente, en Venezuela la coyuntura económica genera nuevas formas de “bachaqueo”. La marcada escasez de combustible hace que surjan nuevos negocios ilegales que, de manera desafortunada, ahora protagonizan los funcionarios que en teoría son los encargados de “proteger al pueblo de la especulación” y la llamada “viveza criolla”. Es a los militares a quienes se les encomendó “resguardar y organizar” la venta del escaso combustible que se distribuye en la nación.
Una triste “rutina”
En Venezuela la escasez del combustible se comenzó a sentir de manera significativa “casualmente” cuando Nicolás Maduro ordenó la cuarentena nacional por la pandemia del COVID-19.
Desde entonces es común leer noticias y reportes ciudadanos en el que las mujeres dan a luz en la calle por falta de transporte público, despidos indirectos y renuncias masivas de ciudadanos por la imposibilidad de llegar hasta sus puestos de trabajo, enfermos crónicos clamando un poco de gasolina para asistir a los centros clínicos y cumplir con sus tratamientos, en especial los pacientes renales, quienes deben hacerse seguidamente sus diálisis.
En Trujillo a los Bomberos les ha tocado empujar el vehículo oficial porque este se ha quedado sin gasolina. Han sucedido casos más extremos: personas que pierden la vida mientras esperan por días en la cola de la estación de servicio.
En varias oportunidades los ciudadanos han sido testigos de anuncios oficiales, en los cuales las autoridades hablan de planes de suministro de gasolina para “recuperar la normalidad” paulatinamente, bien sea con combustible comprado a Irán o con la sutil producción nacional que de manera intermitente genera la quebrada Pdvsa.
Con las dos modalidades aprobadas por el régimen, los ciudadanos venezolanos “pasan aceite” para comprar combustible con la devaluada moneda nacional (bolívar) o en divisas (dólares). Las estaciones de servicio habilitadas para comprar gasolina con la moneda nacional “curiosamente” son las primeras en agotar su inventario, mientras la única opción restante es comprar en dólares.
Gobernador: ¿dónde están las 70 gandolas de gasolina que anunció?
Recientemente, Henry Rangel Silva, gobernador de Trujillo y militar exministro de Defensa de Chávez, en un acto proselitista anunció que en la semana de flexibilización de la cuarentena del 5 al 11 de octubre, la entidad sería surtida con 70 gandolas de gasolina, es decir, 10 gandolas diarias.
Contextualizó que en el mismo lapso de la semana anterior, Trujillo había recibido solo 18 gandolas, razón por la cual afirmó que “la normalización del suministro de gasolina con las 70 gandolas” era bastante probable. Sin embargo, en las fechas ya anunciadas, las colas en las estaciones de servicio no han disminuido.
Casi que a diario los ciudadanos protestan por el cierre ilegal de las estaciones que surten en bolívares. Las denuncias que señalan a los funcionarios militares de revender el combustible en dólares para luego “repartirse el dinero” son más frecuentes.
Combustible con entrega a domicilio
“Ya yo no hago cola. Simplemente, le escribo a mi pana el Guardia, y al ratico llega él en un carro particular y vestido de civil, aunque a veces se viene uniformado con sus colegas, y me vende la gasolina, eso sí, siempre pide efectivo en verdes (dólares). 10 litros por 30 dólares, a 3 dólares cada litro”.
Un precio inalcanzable para la mayoría de los venezolanos, cuyo salario mínimo es de menos de un dólar, pero aquellos que no tienen más alternativa, terminan cancelando el combustible en divisas, relata Johan Barreto, comerciante de la Zona Baja del estado Trujillo.
Uno ya ni se asombra. Yo ando pendiente cuando un familiar del Guardia pone en su estado de WhatsApp que está vendiendo gasolina. Él normalmente llega en tremenda camioneta vestido de civil, me deja lo que le pido le pago y se va, a veces le doy la plata al familiar”, detalla Julio Sánchez, comerciante del municipio San Rafael de Carvajal.
Militares detenidos, pero no en Trujillo…
En otro estado, hablamos de Bolívar, el 18 de mayo una comisión de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) de Venezuela detuvo a ocho militares pertenecientes a unidades de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y de la Armada Bolivariana acantonadas en la mencionada región.
De acuerdo con la agencia de noticias Infobae, durante la audiencia de presentación los representantes del Ministerio Público Militar señalaron que los uniformados mantenían una relación con miembros de una conocida banda criminal de la entidad. La imputación indica que los militares recibían pagos en oro a cambio del suministro de cisternas de combustible a los delincuentes, quienes luego lo revendían a conductores en distintos puntos de abastecimiento ubicados en el sur de dicho estado.
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Aun cuando las denuncias no formales contra militares que revenden gasolina en Trujillo, incluso con entregas a domicilio, son cada vez más recurrentes, las autoridades todavía no han hecho un anuncio contundente sobre abrir una investigación o sanción que apunte a castigar dichos actos de presunta corrupción.
Se reproduce red militar que “bachaquea” la gasolina
La investigación de los funcionarios militares detenidos en el estado Bolívar reveló un esquema de relaciones que se ha reproducido en varias partes del país, donde los funcionarios castrenses se valen del control que poseen sobre casi todas las fases de la comercialización de los hidrocarburos, para obtener un beneficio económico en el mercado negro.
De acuerdo con Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, firma venezolana de consultoría económica y financiera, esta situación tiende a consolidar la escasez del combustible.
“Ahora tiene todo el sentido que el Gobierno permita el desarrollo de mercado negro. Esto se convierte en fuente de ingreso para grupos militares e inhibe el quiebre político”, sostuvo.
Según Oliveros, luego de la emisión del decreto de alarma nacional, el 13 de marzo, la inmovilización del país se incrementó. El consumo de combustible descendió de 180.000 barriles diarios a 90.000 barriles diarios, detalló. Pero en la actualidad no se está produciendo el hidrocarburo requerido para satisfacer la demanda interna.
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Los estimados sobre el porcentaje de gasolina desviada al mercado negro varían. Según Oliveros, podría ser 60 %. En cambio, el representante de la asociación civil venezolana Gente del Petróleo, Juan Fernández, calcula que es la mitad.
Se incrementa el mercado negro de la gasolina
La apreciación de ambos expertos es que el mercado negro de la gasolina ha ido en crecimiento, no solo en lugares donde ya existía, como los estados andinos, sino también en la propia capital del país, donde el precio de este producto en el mercado ilegal se duplicó entre la segunda y la tercera semana de mayo, para alcanzar hasta $3 por litro.
Al agudizarse la escasez del combustible, el Ministerio de la Defensa ordenó que la GNB y los demás componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana tomaran el control de las estaciones de suministro. Esto incluye la vigilancia de las largas colas que se forman hasta llegar a los surtidores.
Según la directora de la ONG Transparencia Venezuela, Mercedes de Freitas, el mercado negro empieza con la obtención de beneficios por dar a determinados conductores un lugar preferencial en la línea de espera de las llamadas “bombas de gasolina”, todo esto se cancela en dólares, lo que hace de la gasolina un negocio estrictamente militar.