Narra la ilusión de los que iban a la guerra y la desilusión con que regresaban

¿A dónde vais? ¿De dónde venís? Dando a entender dice Correas cuán briosos van los mozos a la guerra, sin experiencia y cuán mansos y quebrantados vuelven de ella, sin haber logrado sus altos
pensamientos. » A lo primero responden orgullosos» «A lo segundo, marchitos y en tono bajo».

En más de una oportunidad nos ha pasado que cuando más enfocados, más comprometidos de alcanzar la meta deseada ¡De repente¡ algo ocurre que nos frena. Cuántas veces no nos ha pasado que una distracción imprevista desbarata en un instante todo aquello que nos llevó tiempo y sacrificio construir. Aunque parezcan simples casualidades nunca deja de estar presente el enemigo. Las distracciones son el arma que con mayor frecuencia usa el enemigo. El enemigo siempre usa la distracción para debilitarnos. No nos da tregua para que nos equipemos estratégicamente, ni intelectualmente ni espiritualmente ni emocionalmente, sabiendo que unidos es como lo podemos derrotar. Hemos caído en su trampa favorita. El enemigo sabe que si estamos unidos su tiempo habrá terminado. El enemigo tiene en la distracción su herramienta principal en su desenlace final. Si nos distrae nos desgasta y hace que muchos «abandonamos el campo de batalla». Esa estrategia la han repetido a lo largo de todos estos años una y otra vez. El enemigo sabe que los seres humanos tendemos a rendirnos en una situación prolongada, o repetitiva. Está jugando a molernos anímicamente. Conscientes debemos estar que vivimos extenuados, literalmente mamados.

Que distinto sería que los líderes, fueran líderes. Dando lecciones de perseverancia, desprendimiento, grandeza histórica al estar enfocados en los trascendente y no en la coyuntura. Si así fuera, estaríamos más próximos a que el enemigo termine hundiéndose.
El enemigo siempre nos pone algo que nos distraiga y nos resulte tentador. Su objetivo sacar provecho de nuestras debilidades y nosotros debemos estar conscientes que tenemos muchas. La distracción nos desenfoca y las aprovecha porque están hechas a su medida. Por eso, estamos dando vueltas en el mismo lugar como el porfiado. A veces pareciera que no nos resulta identificar lo que nos puede estar destruyendo. Es verdad que el enemigo es especialista en distraernos, por eso, el antídoto  es que aflore el coraje, la sensatez, la  madurez, inteligencia y la generosidad de todos los hombres y mujeres que compartimos el mismo sueño. Si quitamos la vista de nuestra meta, por distraídos, podemos dar pasos en falso y perder el objetivo.

Distraerse es perder porque  complaceremos al que nunca ha debido ser.
Por Héctor Alonso López.

 

 

 

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