La cárcel logró en el capitán (GNB) Juan Carlos Nieto Quintero un cambio evidente; parece haberlo fortalecido, hacerlo más frontal, menos diplomático. Sigue siendo amable y educado, pero me hizo recordar al personaje de “Así se templó el acero”. Él es es hermano del también capitán Javier Nieto Quintero. Ambos de la Guardia Nacional. Javier estuvo preso por el caso de los paramilitares del Hatillo; lo soltaron después de decirle que fue un error, pero se fue de baja y cuando estaba a punto de ser capturado por estar denunciando al Gobierno de Hugo Chavez logró huir hacia el exterior.

Juan Carlos fue involucrado en el llamado Golpe Azul u Operación Jericó y sin ninguna prueba lo sentenciaron a cinco años de prisión. Apenas quedó en libertad hace unos días, salió de Venezuela rumbo a reunirse con su familia en EEUU.

Estando en el Tribunal le dijeron que su libertad la tenía que firmar el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López, quien en ese momento estaba en Rusia. Insistieron en llamarlo y al final lo dejaron salir.

Cuando el juez de Ejecución se acercó para felicitarlo, Nieto Quintero le dijo: ‘mira Bustamante tú sabes que no hiciste las cosas como deben ser y te hago la invitación, como nueva generación, a que des el paso al frente y trates de cambiar lo que está sucediendo en ese sistema penal militar’.

“A él me cansé de pedirle traslado para el hospital porque tenía un lipoma en mi espalda, pero nunca me dio el permiso”.

Sin amargura pero sin miedo asegura que “me dejaron en libertad luego de vivir todas las arbitrariedades que se viven en el sistema penal militar. Fue un obstáculo más que superamos en la vida, es el triunfo de un venezolano más frente a este gobierno, fue una demostración más frente al mundo, de que  a pesar de que los caminos son difíciles en esos momentos nace la verdadera Venezuela”.

Asegura haber sido sentenciado sin pruebas “fui torturado y lo denuncié con nombres y apellidos pero no hubo resultados. Varios de los presos políticos que estaban donde yo me encontraba, sabíamos que así trabajásemos y estudiásemos, no nos iban a dejar salir, pero lo hicimos para seguir desenmascarando a este sistema penal militar. Y como suponíamos, no nos reconocieron eso, lo cual es una evidente violación de los derechos procesales de cualquier venezolano”.

Cuenta Nieto Quintero que “el general Donato Tenore Damiani, de la Policía Militar se encarga de  pagarles a los proveedores con cajas CLAP. Incluso le quitaba la caja de CLAP que algunos militares activos detenidos recibían “y se las daba como pago a los proveedores”.

  • Usted denunció en algún momento que había reconocido a uno de sus torturadores, cuando lo detuvieron el 2 de abril 2014. ¿Qué pasó con esa denuncia? ¿Dónde están ellos? Sí, denuncié al capitán de fragata Gómez Lares, mi compañero de promoción en la escuela básica, él de la Armada y yo de la Guardia Nacional. Él fue el jefe de la comisión que me torturo, porque era el jefe de Capturas Especiales; y eso lo corroboré porque estando preso, había un teniente de la DGCIM que era el jefe de custodia, responsable de los reclusos. Ese muchacho, que es de Policía Militar resultó, otra vez, siendo mi jefe de reclusión en Policía Militar de Fuerte Tiuna, y él me confirmó toda la información que te estoy dando.
  • ¿Solo reconoció a uno de quienes lo torturaron? Los reconocí a todos. Me torturan en un centro de reclusión que tienen cerca de La Mariposa (ahí está el Comando de la Zona 44 de la Guardia Nacional Bolivariana, estado Miranda), del cual logré escaparme cuando me dejaron solo, aunque luego me capturan nuevamente y les vi la cara a todos los funcionarios. Los vi otra vez cuando me notifican formalmente mi captura en medicatura forense, entre esos estaba un agente llamado Camarillo. Todos ellos están en el acta policial de mi expediente. Ellos estaban cumpliendo órdenes del general Hernández Aquino, entonces Jefe de Investigación, a quien le manifesté la situación y se hizo el loco. ‘No, yo no estoy de acuerdo con esto, déjame investigar qué es lo que estaba pasando’,  Y resulta que las órdenes venían puntualmente de ese general de la Guardia Nacional.
  • ¿Cómo era un día suyo en prisión? Gracias a Dios, logré identificar que uno de los errores del ser humano, y específicamente en esa situación, es vivir del pasado. Eso destruye mentalmente. Yo me dediqué a vivir el ahora, el presente: levantarme, preparar mi desayuno, leer, hacer mi almuerzo y hacer ejercicio. En las horas nocturnas intercambiaba ideas con otros presos políticos. En esos centros de reclusión, en esas prisiones, ya se está construyendo la nueva Venezuela.
  • ¿Cuál fue su estrategia para que no te quebrara la cárcel Sebastiana, te confieso que mi estrategia todos los días era hacer deporte, o ponerme a leer. Hay engaños, porque hacen listas diciéndote y te dicen que ya vas a salir; durante mis 5 años ahí corroboré  que era un juego mental, en donde el gobierno busca generar esperanzas para después no cumplir. Si te pones a pensar en todo lo que pasó y a esperar cuándo vas a  salir, te destruyes moralmente e inclusive puedes llegar a situaciones de depresión o de suicidio, porque varias veces lo vi.
  • Su esposa y sus hijos se fueron del país hace casi dos años. ¿Sintió usted que eso lo quebrantaba? (Silencio corto) Sí, pero también sé de lo que es capaz este gobierno. Ellos se van después de la operación militar del capitán Caguaripano Scott (Asalto al Fuerte Paramacay en el marco de la Operación David). Empezaron a inventar que la segunda operación de este capitán era mi rescate de la Policía Militar y por eso pusieron tanquetas y muchos militares alrededor del centro de reclusión; yo estuve unos cinco o seis  meses aislado, bajo llave, sin poder compartir. No sé de donde salió ese invento, pero sabía que podían meterse con mi familia y por eso los mandé para los Estados Unidos al exilio.
  • Ha pasado el tiempo y ahora puede decirlo. ¿Realmente no estaba usted involucrado en el Golpe Azul u Operación Jericó? Sebastiana, ése era un grupo de oficiales que se reunieron para fijar ciertas posiciones. No sé si hubo otras reuniones, pero lo que evidencié durante el juicio, es que en esa reunión no hubo ni siquiera planes, no hubo nada; cuando ocurrió esa reunión yo no estaba en Venezuela, sino en Estados Unidos, lo cual se probó como el movimiento migratorio. A pesar de eso el juez de juicio, coronel Alfredo Enrique Solórzano Arias, me sentencia con algo que inventó y que ni siquiera se discutió en el juicio y fue que supuestamente yo tenía conversaciones con el capitán Caguaripano, pero nunca se habló del contenido de las llamadas. Reto a que revisen ese expediente y si encuentran algo que me vincule con ese proceso, me entrego a la justicia venezolana.
  • Pero es cierta su amistad con el capitán Caguaripano, quien hoy está preso. Sí, somos muy amigos, él me lleva un año de graduación y siempre conversábamos. En el 2011, al Cap. Caguaripano y a mí, nos tuvieron seis meses en la DGCIM, le dijimos  al Jefe de Investigación: “Mire General, debe sentirse orgulloso que unos oficiales en lugar de andar robando o con prostitutas, estemos preocupados por el destino del país y de la institución”. No nos presentaron en los tribunales, porque no encontraron ninguna evidencia, ni ningún elemento vinculante.
  • ¿En qué lo cambió la cárcel? Me fortaleció de espíritu, me di cuenta de lo que soy capaz. Me siento motivado a luchar por la libertad y de rescatar esos principios morales. A veces situaciones así nos sacuden y empiezas a valorar cosas que por cotidianas, olvidas. La familia es la que termina ahí contigo. Muchos compañeros y amigos me abandonaron, pero la familia siempre estuvo ahí.
  • ¿Cambió su posición ante el Gobierno? Nunca. Al violar todos los derechos procesales y humanos hicieron que me fortaleciera cada día más en mi posición. Te pongo un ejemplo, en estos días llevaron para el centro de reclusión, las planillas para recoger las firmas contra el Presidente Trump, prometiéndole a quien firme que lo van a ayudar a salir, cosa que sabemos es absolutamente falsa, pero a eso juega el Gobierno.
  • ¿Qué firmen contra Trump quienes están detenidos? Sí. Les dijeron ‘firmen que con esto lo vamos a ayudar para que salgan de prisión, independientemente de la causa”. Así se burlan, les siembran esperanzas y después los dejan olvidados. Esto es un mensaje a los oficiales que se prestan a cumplir las órdenes arbitrarias del Gobierno, quienes luego se quedan solos.
  • ¿Cómo quiénes? Hay innumerables casos donde generales y ministros les han dado órdenes a militares Pregúnteselo a todos los de la llamada Masacre de Barlovento, quienes dicen que cumpliendo órdenes del ministro del Interior Néstor Reverol, del general Oswaldo Aquino Lamón mataron unos muchachos y resulta que cuando revienta la investigación los dejaron solos enfrentando 20 y 30 años de prisión.
  • ¿Ahora libre que piensa hacer? Unirme a esa llama de esperanza que pronto va a incendiar la libertad de Venezuela, más convencido que nunca. ¿Que los caminos han sido lentos y difíciles? Sí, pero esos son los que valen la pena. Nunca he perdido esa convicción.
  • ¿Cómo fue el momento en que salió de la cárcel? Ese día se conformó el Tribunal de Ejecución en el centro de reclusión, dirigido por el Juez el comandante Iván Bustamante Prieto y ahí escuché otra barbaridad jurídica. Estos gobiernos juegan a destruirte, violando todos tus procesos y el último día quieren ser los buenos. Ese juez dijo ‘yo sabía que se estaba cometiendo una injusticia con ustedes”, porque conmigo salió también el mayor César Orta Santamaría. Eso lo dice el juez después que no me aprobó mis redenciones, que ya estaban aprobadas por el Ministerio, nunca me dio el cómputo de mi pena, porque sabía que yo debí haber salido hace casi dos años. Sujetos como el coronel Solórzano Arias y Bustamante Prieto son los oficiales que hacen el daño mayor y andan agazapados. A estos sujetos hay que denunciarlos porque hacen daño abajo, cumpliendo órdenes para obtener prebendas y son unos violadores de derechos humanos.
  • ¿Qué diferencia vio entre la Venezuela de cuando entró a la cárcel y hoy cuando ya está libre? Los niveles de destrucción en sitios como mi tierra, el Táchira, son inmensos. No sé cómo oficiales, especialmente generales, siguen apoyando la destrucción del país siendo cómplices de esta situación. Un ejemplo es mi primo Quintero Oria, quien acaba de ascender a general y prefirió apoyar a este régimen, a quien él conoce bien porque trabajó en Antidrogas, en lugar de regalarle una llamada o un mensaje a la familia, a Javier en su momento y a mí en estos años.
  • ¿Porqué usted y su hermano Javier salieron tan rebeldes? Creo que fue porque mis padres nunca nos enseñaron a ser cómplices de situaciones irregulares y menos de lo que es evidente en la Fuerza Armada, como es el narcotráfico, corrupción en aduanas, guerrilla. Mira, el actual comandante de la Guardia Nacional, el general Fabio Zavarce Pabón estuvo cinco años en la aduana de Puerto Cabello y quién en la institución no sabe que es un hombre multimillonario. Mi conciencia y la de mi hermano no nos permitían ser cómplice.
  • ¿Se considera usted un golpista? Nunca. Soy un oficial apegado a la Constitución. Y por eso me convertí en un obstáculo para este régimen y los caminos se empezaron a poner difíciles. Voy a luchar por mis compañeros que están presos.
  • ¿Cómo hacer algo fuera del país? (Silencio largo) Como se está haciendo por parte de muchos militares y muchas personas de la sociedad civil que están trabajando.
  • ¿Me está hablando de la salida de Nicolás Maduro del poder?
  • Efectivamente. No vamos a descansar hasta que soplen los vientos de libertad y eso pasa por su salida.
  • La FANB de hoy está fuertemente golpeada por la deserción, politización y delitos. ¿Basta la salida de Maduro para que la situación del país y de la FANB se solucione?
  • No basta, pero es el primer paso para la gran transición. Y se deben generar una serie de cambios al interior de la Fuerza Armada. Yo que acabo de salir de un centro de reclusión ubicado dentro de un Fuerte Militar, te aseguro que la moral de la Fuerza Armada está por el piso. A mi celda llegaban oficiales, incluso en el grado de capitanes y mayores, vendiendo cepillos de dientes, jabones, cartones de huevos, pollos, etc.

 

Por Sebastiana Barráez para PuntodeCorte

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