Por: José Gregorio «El Gato» Briceño

Se dice popularmente que “no hay peor astilla que la del mismo palo» y esto encaja con el comportamiento de quien proviene del seno del sindicalismo, un obrero que en teoría representa y reclama lo que considera justo para él y sus compañeros, siendo desleal a sus colegas.
Si hacemos una radiografía rápida de la institución donde se infiltró para vaguear y hacer su mejor curso de REPOSERO el hoy usurpador del gobierno venezolano podemos imaginar y medio entender entonces porque el país fue directo a esta destrucción sin precedentes .
Aumento desmedido del tiempo de espera entre un tren y otro por falta de trenes.
Sistema complementario de Metro Bus sin regularidad ni sincronización aparte del deterioro bárbaro de las unidades.
Escaleras mecánicas sin funcionamiento.
Suciedad de instalaciones
Inseguridad extrema
Internamente las condiciones y el maltrato patronal asciende cada día, sin garantizarles ni agua potable a los empleados.
La mayoría están en contra del sindicato pues el mismo es apoyado por el patrono, el nepotismo en grado extremo.
Los trabajadores sin poder dirigirse o quejarse pues son amedrentados ya que el sindicato y el patrono son lo mismo. Eso en resumen es el METRO DE CARACAS C.A hoy en día.
Toda aquella alharaca de aquel obrero colombiano de construcción del sistema y luego chofer, Nicolás Maduro Moros, el monigote o agente de la narcotiranía Cubana que nos tiene oprimidos, secuestrados, saqueando todas las riquezas de la patria en complicidad con la traidora cúpula militar de las Fuerzas Armadas Nacionales, es el mismo quien se vendió en el año 2013 como el presidente OBRERO porque y en su mandato se le daría a los trabajadores un puesto de honor de reivindicación y se discutirian los mejores contratos colectivos. Allí tienen patentizada la máxima comunista de «no practicas lo que predicas»
Formado en la nefasta y diabólica ideología,  es comunismo «del bueno» de ese que ofreces el cielo y realmente su lugar de confort es el infierno, en resumen la conducta natural de estos individuos miserables.
Las reivindicaciones del otrora poderoso movimiento sindical que se construyó en 40 años de democracia a través de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV) la revolución fue desmontandola y liquidandola poco a poco como hizo con todas las instituciones democráticas hasta llevarlas a lo que es hoy, un descontrol planificado, una narcotiranía. No existe una empresa o institución del estado venezolano en la que sus obreros ganen más de dos (2) dólares mensuales, REPITO, DOS DÓLARES MENSUALES, algo que es poco creíble para el resto del mundo.
Los dirigentes sindicales son perseguidos, vejados, encarcelados y para colmo de los colmos, son enjuiciados en los tribunales militares, siendo personas civiles que deben ser juzgado por sus jueces naturales como lo establece la Constitución Nacional aún vigente. El caso más reciente fue el de Rubén González, Secretario General del sindicato de Ferrominera Orinoco y coordinador de la Intersectorial de Trabajadores de Guayana, un líder con una impecable trayectoria que inclusive apoyó a Hugo Chávez y fue electo concejal por el chavismo y no se doblegó ni se vendió por un cargo y siguió defendiendo a la masa trabajadora y eso le costó su libertad. La primera vez ocurrió cuando fue juzgado en el año 2009. En un juicio que duró cinco años, estuvo 14 meses en la cárcel. Aunque lo condenaron a siete años de prisión, en 2010 el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) declaró la nulidad de esa decisión y fue absuelto.
En ese entonces lo acusaron de liderar una huelga general. Pero 10 años después, o sea, el pasado 13 de agosto un tribunal militar lo condenó por ultraje al centinela y ultraje a la Fuerza Armada Nacional, dos delitos castrenses. Las razones son las mismas que hace una década: estar al frente de la defensa de los trabajadores de Ferrominera del Orinoco, aunque ahora después de que el narcoterrorismo gobernante desconoció las contrataciones colectivas de las empresas del Estado, desde el mes de agosto del año pasado. Desde hace tiempo el narcorégimen «del presidente OBRERO Y SINDICALISTA Nicolás Maduro» quien quería sacarlo a toda costa de Ferrominera. Su liderazgo es muy sólido y como no habían podido derrotarlo electoralmente buscaron encarcelarlo para sacarlo por esa vía.
Cómo en todos los aspectos del convulsionado quehacer vemezolano las estadísticas de atropellos de la dictadura arrojan que desde noviembre de 2018 hasta la fecha, han sido encarcelados 13 sindicalistas por el capo Maduro y por las autoridades militares y civiles que responden a su mando o a la red internacional que trafica el polvo blanco.
No he escuchado el criterio u opinión de los sindicalistas pro dictadura, aún no han dicho nada con respecto a la violación tan flagrante de la libertad sindical, o es también mentira que la revolución se ensaña contra cualquier expresión sindical autónoma. Pagan y se dan el vuelto, los sindicatos son comandados por los patronos lo que los coloca en el lugar de hacer lo que siempre, en el discurso, atacaron y prometieron acabar.
Los educadores han abandonado o emigrado en todo el territorio nacional el 40 % aproximadamente, los médicos en un 50% y así sucesivamente ya nos encontramos más 6 millones de Venezolanos en la diáspora huyendo del desastre y la indignidad con la que viven en Venezuela.
Según algunas ONG que se encargan de los estudios de la alimentación de los trabajadores públicos, ya pasa el 90 % de grado de desnutrición de los 3 millones de empleados. Es una verdadera hecatombe humanitaria.
Reitero una vez más que el liderazgo de la oposición debe de cesar el trillado y desgastado diálogo con esos vulgares criminales que no les importa la vida de millones de Venezolanos y dedicarse a construir una alianza internacional para sacarlos con los pies hacia delante, es la única forma desde mi punto de vista, olvídense de elección o vías democrática, criminales, terroristas no merecen un trato condescendiente, deben ser castigados sin compasión.
Lucho sin tregua por liberar a mis hermanos y por salir de esta cárcel del exilio denunciando la farsa de los tiranos con lo que nos queda, LA PLUMA Y LA PALABRA

José Gregorio «El Gato» Briceño Torrealba/Valeria Briceño

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