Hoy trataremos un tema escabroso, controversial y polémico, porque está en el ambiente político nacional e internacional. Estoy convencido que en algunos xenófobos, fanáticos y adoradores de las posiciones extremas, no dudarán en criticarme o cuestionar mi posición ética y política. No se trata de defender o atacar posturas ya definidas en el campo de la disidencia política, sino tratar de corregir a mi entender una línea de acción equivocada, hasta peligrosa si no hay las variantes positivas del caso.
Primero debo dejar muy claro que estoy totalmente de acuerdo con todas las vías de lucha constitucionales, democráticas, electorales, militares e internacionales, para obligar la salida del usurpador del poder, por eso apoyo al presidente Guaidó y a la legítima AN, en forma solidaria y activa, para cumplir los tres objetivos básicos de nuestra lucha común. Cese usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.
Ese punto debo dejarlo bien claro, para evitar equivocaciones, manipulaciones y confusiones entre quienes conocen perfectamente mi posición política unitaria y de apoyo solidario a los esfuerzos de la oposición democrática venezolana, para contribuir a la salida definitiva de este narco régimen dictatorial, y su modelo económico anquilosado y fracasado.
¡Soy colombiano!, es el título de mi artículo, el cual dedico con afecto, cariño y confraternidad latinoamericana, a todos los colombianos que residen en los Estados Unidos y por supuesto en su país. Es una forma retórica de corregir entuertos, productos de las actitudes emocionales y pasionales de algunos compatriotas, que imbuidos y ciegos de rabia, por la comprensible impotencia de no ver resuelto con premura urgente, la grave crisis humanitaria, social, política y económica que sufre Venezuela en la actualidad, expresan a veces sin conciencia de lo que dicen, frases muy duras e injustas contra nuestros hermanos, que lejos de unirnos en el fondo crean futuro obstáculo entre ambos pueblos y naciones.
Sostengo y defiendo a quienes utilizan los argumentos jurídicos, legales y políticos, para demostrar al mundo que Nicolás Maduro no nació en Venezuela y que por lo tanto debería haber renunciar a su cargo por un impedimento constitucional esto tiene todo nuestro apoyo, pero de allí, a leer, escuchar y ver, tristes descalificativos inútiles, para reforzar esas sólidas evidencias, por parte de otros compatriotas, agrediendo al pueblo colombiano es irracional y criticable. ¿Pregunto y si hubiese nacido en USA, qué le dirían?
Nadie puede erigirse como el dueño de la verdad absoluta, utilizando una falsa ética y postura política irresponsables, que lejos de fortalecer y lograr incrementar el apoyo internacional, nos alejan de esas posibilidades y nos colocan muy mal ante el resto del mundo.
Tengo muchos amigos colombianos, líderes y dirigentes políticos, comunitarios y empresariales, con los cuales comparto nuestras visiones de lucha por rescatar la democracia y la libertad no solo en Venezuela, sino en América Latina. Siempre he recibido de ellos como legítimas expresiones de su pueblo, la solidaridad, el respaldo fiel, emocional y los naturales abrazos de amistad, cordialidad y respeto.
Creo que debemos retribuir en gran medida esas consecuentes manifestaciones de respaldo a nuestra lucha democráticas, por varias razones, no solo de orden histórico que ya existen entre ambos pueblos hermanos, sino de reafirmación de los justos valores de compartir las mismas inquietudes y esperanzas futuras.
No debemos olvidarnos cuando algunos exaltados del fanatismo, expresan feos y despreciables calificativos contra la figura de Maduro por ser presuntamente “colombiano”, que es una circunstancia en nuestras vidas, igualando en las mismas condiciones a los valores tan importantes como el expresidente Álvaro Uribe, fiel defensor de nuestra dignidad humana, el expresidente Belisario Betancourt, y el expresidente Andrés Pastrana, vocero calificado del Grupo IDEA, cuyo secretario general en nuestro amigo y destacado compatriota Dr. Asdrúbal Aguiar, aliado de importancia con la causa de la Venezuela democrática, todos ellos exjefes de gobierno, quienes han tenido una conducta ejemplar en diversos foros internacionales, entre ellos en la Cumbre de las Américas en Panamá, en la OEA, ONU y en el “Grupo Lima”.
Además, debemos recordar que en nuestro país existen más de 3 millones de hermanos colombianos, nacionalizados venezolanos, que tienen derecho al voto en todos los procesos electorales democráticos en el país, y que a la hora de votar en una elecciones libres y democráticas, luego de cumplidos los puntos previos del cese de la usurpación, gobierno de transición, y elecciones libres, serán piezas importantes en la consolidación de la derrota del régimen castro comunista.
El presidente Iván Duque Márquez ha tenido posiciones firmes, solidarias, humanitarias no solo con nuestra lucha en defensa de los DDHH, que le ha costado amenazas, agresiones y descalificativos de Maduro y sus aliados FARC y ELN. Estos ilustres colombianos y hermanos bolivarianos, no merecen recibir insultos gratuitos y sin sentido de ningún venezolano. Miles de compatriotas son hoy, como refugiados, protegidos en tierras colombianas.
Al decir: ¡soy colombiano! estoy reiterando una posición clara, definida, respetuosa y diáfana con el eterno agradecimiento que debemos tener con los hermanos colombianos, hijos de un mismo Padre Libertador, y a quienes debemos recurrir en el momento oportuno de conquistar la libertad, para reconstruir la patria herida y destruida! ¡Gracias, hermanos!
Por Pedro Mena