La reciente medida de permitir la importación de carros usados, que ha sido el clamor de muchos sectores desde hace más de 40 años, llama la atención en un momento casi telúrico en Venezuela donde el parque automotor también ha sufrido los embates de todo tipo de carencias, desde la escasez de repuestos hasta la crisis de la gasolina, sin mencionar el estado de las carreteras o la delincuencia desatada detrás de autos ajenos.

si bien con la medida podrían beneficiarse no solo particulares que no pueden darse el lujo de adquirir un auto nuevo, sino también quienes necesiten ambulancias, vehículos funerarios y de bomberos o carros especiales para personas con discapacidad, etc., llama la atención que el mismo gobierno que se dedicó varios años a destruir a las ensambladoras y a los importadores tradicionales, vea la luz de golpe y decida flexibilizar ahora la importación de autos usados.

Los importadores tradicionales fueron asfixiados entre 2008 y 2014 con el requisito de la “licencia de importación” . Casualmente, el año 2007 – cuando empezó el ataque contra las ensambladoras y concesionarios-, en Venezuela se ensamblaron 200 mil vehículos y se importaron otros 300 mil, cifra récord que luego cayó en barrena debido a la intervención gubernamental. Valga recordar que este año fueron ensamblados apenas 65 autos.

“Mi opinión es que parece obvio que hay un interés en flexibilizar la importación de carros, y en consecuencia, un negocio montado luego de que destruyeron a las ensambladoras tradicionales y a los importadores también”, dice confidencialmente alguien ligado al tema de las importaciónes. “Porque si bien el consumidor se beneficia y el fabricante tiene más competencia, el problema es quién aprueba la medida y con cuáles requisitos, porque hasta ahora no se sabe nada más. O será que ya estarán “en puerto” vehículos militares usados? “.

Lo cierto es que según la medida aparecida en Gaceta -que permite importar carros usados sin fines comerciales y una vez cada tres años-, el importador deberá pasar al menos dos alcabalas: la del Seniat y la del Ministerio del Transporte.Y aquí vienen las dudas: ¿Podrá cualquier venezolano acceder a un carro usado y conseguir los dos permisos necesarios sin bajarse de la mula? O, pensando mal para acertar, ¿ya tendrá algún pez gordo del régimen el negocio montado y, como ha sucedido en otras ocasiones, habrá adquirido autos usados a precios de gallina flaca para revenderlos por el doble?

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