La sequía se devora de a poco al segundo pulmón de Caracas. Este mes de abril, el Jardín Botánico de la Universidad Central de Venezuela (UCV) relanzó su campaña para recaudar fondos y abastecerse con agua a punta de cisternas. Solo así podrán mantener con vida a las especies más vulnerables bajo su cuidado: las colecciones de plantas acuáticas y de palmas.

Las plantas que resguarda la Laguna Venezuela están en riesgo de desaparecer por completo. En esa piscina se encuentra la colección más grande de plantas acuáticas en América Latina, según el director del Instituto Experimental Jardín Botánico, Mauricio Krivoy.

“Cuando estas plantas tocan el suelo, empiezan a morir. Se necesita tener la laguna con un cierto nivel de agua para que no sean afectadas”, explicó Yaroslavi Espinoza, jefa del centro de investigación y desarrollo Instituto Experimental Jardín Botánico UCV.

Las colecciones de palmas, que ocupan parte de las 10 hectáreas de las áreas visita del jardín, también están en peligro. Estas especies tienen altos requerimientos de riego que el instituto no puede cumplir con sus grifos secos.

No solo las constantes fallas en el suministro de agua, que se intensificaron con los apagonesnacionales, matan de sed al Jardín Botánico. También el severo período de sequía.

“Nosotros nunca habíamos pasado por una situación tan precaria. Todo el país está sufriendo la falta de agua y esta sequía ha sido muy fuerte”, lamentó Espinoza. “Tenemos un tanque que compartimos con el Hospital Universitario de Caracas y, si llega agua, la prioridad la tiene el Clínico. No nosotros. En lo que va de año no hemos recibido ni una gota”, agregó.

Al instituto del Jardín Botánico de la UCV se suman más problemas: desde 2017 el sistema de riego está dañado, en la actualidad hay unos 60 trabajadores porque la crisis ha traído la fuga de personal y las fallas eléctricas se han convertido en una constante.

“Hemos perdido colecciones completas, especies importantes que teníamos aquí, porque no pudimos hacer más nada. Con la ayuda de donantes hemos recibido uno que otro camión cisterna y, gracias a eso, las plantas han podido resistir. Son muy nobles. Hay muchas especies que perdimos y tal vez algunas no las podremos recuperar”, explicó Espinoza.

Sin embargo, los trabajadores del Jardín Botánico se rehúsan a quedarse de brazos cruzados. En 2018 recaudaron donaciones para abastecerse con agua traída de camiones cisternas. Y este 2019 volvieron a realizar la misma campaña.

A través de redes sociales, el instituto ha difundido sus datos bancarios para “hacer una mega vaca” y pagar más de 100 camiones cisternas para salvar a estas colecciones.

“Esta es la segunda vez que pedimos ayuda y estamos haciendo todo lo posible”, aseguró Espinoza.

Algunos voluntarios han decidido “adoptar” plantas y visitan el jardín con garrafas y botellones de agua para regarlas. El esfuerzo de sus “padrinos” es lo que las mantiene con vida.

Al menos 70 años ha tomado al Jardín Botánico recoger una colección tan amplia de especies y Espinoza resalta la importancia de preservar las plantas aún entendiendo la severa crisis de servicios que atraviesa el país en la actualidad.

“Hay muchas cosas que podemos hacer. Podemos ofrecer nuestros servicios a empresas o a particulares en materia de asesoría a cambio de ayuda. Nos estamos planteando recuperar algunas de las especies perdidas en el largo plazo, pero el Jardín Botánico es muy importante. La diversidad de nuestra flora nacional es importante”, insistió.

Fuente: Efecto Cocuyo.

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