El Gobierno de Nicolás Maduro necesita dólares contantes y sonantes para mantener su poder, algo que se le ha dificultado enormemente tras las sanciones de Estados Unidos. La última denuncia del Parlamento democrático ha puesto el foco en el vaciado de las bóvedas del Banco Central de Venezuela (BCV): en lo que va de año al menos 24 toneladas de oro monetario fueron retiradas de su sede principal en Caracas para ser vendidas en otros países.

Estas reservas, junto al oro minero que se extrae todos los días de la Gran Sabana y que se vende a turcos, rusos y árabes, al coltán de sus yacimientos en el Amazonas y a los diamantes que se extraen en las inmediaciones del Guri (Estado Bolívar, fronterizo con Brasil), se han convertido en fundamentales para mantener el pulso con el Parlamento, que poco puede hacer más allá de denunciar lo que definen como «contrabando, desfalco y rapiña» del país. «Son operaciones oscuras y mecanismos inusuales de intercambio comercial», resume el diputado Ángel Alvarado, uno de los detectives que persigue los singulares viajes de las riquezas venezolanas.

La última operación se realizó aprovechando que el colapso eléctrico nacional ha dejado sin agua las oficinas del BCV. El diputado José Guerra advirtió que extraños movimientos se realizaron en su sede, hasta que el Parlamento pudo confirmar que se habían retirado ocho toneladas en lingotes. De esta forma sólo quedarían 100 toneladas en su interior.

Como si se tratara de una película de espías de nueva generación, los rastros del oro venezolano aparecen por medio mundo. Ya conocido fue el capítulo el mes pasado de las siete toneladas que aparecieron en Uganda y de las tres toneladas compradas en los Emiratos Árabes. Para ponerle más misterio al asunto, hasta el puerto de Trieste llegó un cargamento con cinco toneladas de coltán. Las autoridades italianas investigan su procedencia.

Venezuela también cuenta con yacimientos de este mineral, cotizado porque se usa para la fabricación de móviles. Según otro diputado, Américo de Grazia, uno de los principales operadores de coltán es Nicolás Maduro Guerra, el hijo del líder bolivariano. El Parlamento ha notificado varias veces que este delegado de la Asamblea Constituyente, a quien su padre puso al frente de la investigación nunca realizada del escándalo Odebrecht, es el propietario de una mina de coltán en Amazonas, donde cuenta con protección de comandos de la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

CERCO DE TRUMP

Las ventas de minerales y del oro monetario se siguen efectuando pese al cerco impuesto por el Gobierno de Donald Trump, que también ha congelado capitales financieros en su país tras la petición realizada por Juan Guaidó, presidente encargado por el Parlamento. La agencia Reuters confirmó que Washington ha pedido a compradores internacionales de oro dejar de hacer negocios con la revolución, lo que no impide que Caracas siga vendiendo los lingotes por medio mundo. Y siempre a precio de remate.

 

Por: Daniel Lozano | El Mundo

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