Caracas.- Por donde la vieras, Catalina es tuerta. Pasó con el Sitme luego del “asesinato” de las casas de bolsa en 2010; pasó con Simadi, con Cencoex, y con todos los mecanismos de asignación y liquidación de divisas que ha inventado el Gobierno 2003: el problema es la oferta de divisas. Y mientras haya escasez de dólares, no habrá caída del dólar paralelo. Esa es la verdad. Aunque prometan “libre convertibilidad”. O aunque prometan lo que sea.

Pero volvamos al viernes pasado. Al discurso del Gobierno materializado en Gaceta Oficial. Señala una publicación del otrora ente autómono BCV, que habrá libre convertibilidad de la moneda en todo el territorio nacional; que el Banco Central de Venezuela centralizará la compra-venta de divisas y moneda extranjera generada por las empresas del Estado (PDVSA y CVG, entre otras); que el sector privado exportador podrá conservar 80% de las divisas generadas y debe vender un 20% al BCV, y que también existirá un tipo de cambio único fluctuante, cuya tasa será el promedio ponderado de todas las operaciones que se transen.

Además -siempre según el BCV-   se permitirán operaciones de menudeo en todo el sistema de banca pública y privada del país, y las empresas podrán negociar en bolívares soberanos títulos valores emitidos en dólares.

Ahora vamos a los hechos. A la práctica. Porque todos los mecanismos de asignación y liquidación de divisas desde que Nicolás Maduro asumió el poder, prometen “libre cambio” y “tasa fluctuante”. La clave estriba en la fluctuación. No hay libre fluctuación en un mercado no transparente. Y no habrá derrota del dólar paralelo mientras el Gobierno insista en manipular la tasa oficial.

Y si el día de mañana -esto lo plantean algunos economistas- decidiera el Gobierno realmente dejar fluctuante la tasa, ocurría una cosa de manera inexorable: se dispararía el precio del dólar a niveles inenarrables, pues el chavismo acabó con la gallina de los huevos de oro; es decir, con Petróleos de Venezuela, cuya producción ya se acerca al margen de pérdida en operaciones, pues a los 1,35 millones de barriles por día que se extraen, hay que descontar el consumo interno, los pagos del fondo chino, y los envíos a Cuba y otras islas.

En consecuencia, lo que técnicamente se vende de contado en el exterior no sobrepasa la cifra de 500 mil barriles diarios. Por eso Nicolás Maduro jamás podrá con el dólar paralelo. No hasta que haya una rectificación profunda. Y una rectificación profunda implica un cambio radical de políticas en el orden fiscal, monetario y cambiario, algo que en dictadura comunista normalmente no ocurre. Y si ocurre, aplican aquella máxima de “cambiar todo para que nada cambie”.

Con el nuevo convenio cambiario, Maduro parece querer cambiar todo para que nada cambie.

VÍA EL COOPERANTE.

 

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