En los más de 100 kilómetros que separan a la ciudad venezolana de Maracaibo con el punto fronterizo hacia Colombia se apostan las “mariposas”, contrabandistas que venden gasolina local a precios superiores a los establecidos en el país y que van subiendo a medida que se acerca la línea divisoria.

Esta colonia de “mariposas”, como les llaman los conductores asiduos del camino, aletean sus brazos cada día bajo el inclemente sol caribeño para anunciar que compran y venden botellas de cinco litros de combustible -conocidas como puntos- y ante la mirada indiferente de policías y militares desplegados en la zona.

El pseudónimo se debe quizá a que son casi exclusivamente mujeres las que se dedican a esta tarea en las orillas de la carretera y por las formas que dibujan en el aire al agitar la manguera y el embudo que emplean para vaciar con notable destreza los tanques de los vehículos, a veces succionando con sus propias bocas.

Reacias a entablar conversaciones ajenas al trance, estas mujeres, algunas menores de 18 años, resisten a diario sensaciones térmicas superiores a los 40 grados centígrados en búsqueda de las ganancias que les arroja la venta ilegal de gasolina en el estado Zulia (oeste), donde este líquido está racionado para los lugareños.

Desde hace tres años casi la totalidad de las ventas de combustible ubicadas en esta entidad federal -reconocida como un símbolo indiscutible de riqueza petrolera- trabajan con un sistema de chip que otorga a cada ciudadano el derecho a llenar el tanque de sus vehículos tres veces por semana.

Mientras los habitantes del Zulia forman colas por su ración de gasolina, las “mariposas” con sus “puntos” mantienen con vida el contrabando hacia Colombia, donde el precio promedio del litro (cerca de 1 dólar) es suficiente en Venezuela para llenar los tanques de unos 700 vehículos medianos.

Un chófer que semanalmente viaja hacia esta zona dijo a Efe -bajo estricto anonimato- que la mayoría de sus colegas llena sus vehículos de combustible en Maracaibo o en cualquier municipio más cercano a la frontera, donde por estos días están comprando 20 litros a 1.200.000 bolívares (7 o 0,4 dólares según las tasas legales).

La atractiva oferta ha hecho que algunos conductores vendan casi toda su reserva de gasolina y dejen a la suerte de las “mariposas” el camino de regreso.

Ese estado de necesidad lo conocen estas mujeres y por ello el precio de sus “puntos” es más alto mientras más cerca se ubiquen ellas de la frontera.

Efe pudo comprobar esta semana que los envases de cinco litros son vendidos desde 160.000 bolívares (0,92 o 0,05 dólares) todavía en Maracaibo y hasta en 320.000 bolívares (1,85 o 0,11) en Mara o San Rafael de El Moján, localidades más próximas al punto divisorio.

Además, las “mariposas” también usan los montículos que cada una ha armado en sus puestos para aplicar lubricantes usados y vencidos que venden a lo largo de la vía fronteriza bajo la consigna de “aceite quemado”, y por un precio 80 veces más barato que sus más inmediatos competidores formales.

Pese a tener las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, Venezuela atraviesa una profunda crisis económica que se traduce en hiperinflación y escasez de productos, algo de lo que no escapa el sector transporte pues en el país es difícil conseguir repuestos o lubricantes, lo que ha estimulado el mercado especulativo.

El Gobierno de Nicolás Maduro decretó un conjunto de ajustes económicos que incluye un censo del transporte que comienza hoy y por el que pidió a los dueños de cualquier vehículo registrarse en el gubernamental “Carné de la Patria” para ir a un “uso racional” de la gasolina.

Según estimaciones del chavismo gobernante, la extracción ilegal de gasolina venezolana a través de la extensa y porosa frontera con Colombia genera “millones de dólares” a los contrabandistas y se ha convertido en uno de los negocios más rentables debido a la diferencia de precios y a los subsidios que mantiene Caracas.

VÍA LA PATILLA.

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