En el refugio los emigrantes podrán recibir clases de portugués, atención psicológica y ayuda para ingresar al mercado laboral
Una casa con jardín y cerca del mar en Río de Janeiro es desde este miércoles el nuevo hogar de 36 refugiados venezolanos, que por un programa de integración del gobierno de Brasil, fueron transferidos desde el estado de Roraima.
«Cualquier lugar es mejor que Venezuela ahora, porque hagas el esfuerzo que hagas allá no da ni para comer, las personas se están muriendo de hambre», expresó Luz Mari Diaz, una de las nuevas habitantes de la casa de acogida.
28 mujeres y ocho niños fueron acomodados en las habitaciones en las que se les distribuyó respetando las relaciones familiares, ya que la mayoría son madres solteras con sus hijos, además de una mujer transexual.
Los venezolanos vivirán durante un tiempo en un inmueble en las afueras de la ciudad que pertenece al Colegio Santo Ignacio pero que es gestionado como albergue por Caritas, una organización de la Iglesia Católica que tiene acuerdos con la Agencia de las Naciones Unidas para lo Refugiados (Acnur).
La iniciativa del Ejecutivo brasileño, con apoyo de la Organización de las Naciones Unidas en Brasil, prevé una permanencia de las familias en la casa por un período de tres meses, siendo posible prorrogarla hasta a seis en los casos de mayor vulnerabilidad.
El programa ofrece servicios que favorecen la integración en Brasil, tales como cursos de portugués, orientación de cara a la obtención de documentos, atención psicológica y, sobre todo, ayuda para su inserción en el mercado laboral, lo cual es el gran objetivo de todos.
«Vengo a trabajar y a dar lo mejor del venezolano para que mi hija tenga un futuro, porque allá no se le puede comprar ni un lápiz así trabajes de lunes a lunes», afirmó Díaz.
Se calcula que cerca de 400 venezolanos cruzan diariamente la frontera y que en el último año y medio han entrado en Brasil un total de 50.000, de los cuales en torno a la mitad está en Boa Vista, la capital de Roraima, estado que el presidente brasileño, Michel Temer, declaró en «situación de vulnerabilidad» en febrero.
VÍA EL NACIONAL.