Los “buses pirata” cobran hasta 100.000 bolívares en la parada del Parque del Este. Cada vez empeora más el transporte con rutas hacia Guarenas, Guatire y Las Rosas. Los ciudadanos deben enfrentar la falta de unidades, los altos costos del pasaje y los colapsos en las paradas.

Trabajar en Caracas y vivir en ciudades dormitorio es una odisea. Bajo el sol, con frío o con hambre, estudiantes, familias y adultos mayores deben esperar de 2 a 4 horas por una camioneta en la parada de Parque del Este.

Allí algunos esperan sentados en la acera y otros se quedan parados con miradas impacientes. Hay mujeres que están con sus bebés en los brazos y adultos mayores que se quejan de la hinchazón en los pies.

Cuando la unidad llega la gente abalanza hacia dentro. Por un momento la cola pareciera desaparecer: se vuelve un desorden y muchos aprovechan para colearse. Hay gente que se va de pie, incluso colgando en las puertas, para trasladarse pronto a su casa.

 

“Yo casi no vengo a Caracas porque paso muchas horas aquí sentada y me canso mucho. El transporte es lentísimo. Esto es horrible. Los pies los tengo hinchados”, expresó una señora de más 60 años que esperaba sentada en la acera.

La atención preferencial para los adultos mayores prácticamente no existe y la inseguridad empeora la movilización de los usuarios: durante las colas pueden ocurrir robos, peleas y desmayos.

A la incomodidad por las colas se unen los altos costos del pasaje, que oscila entre 30.000 y 40.000 bolívares. Pero cuando arriba  un “bus pirata” el precio es elevado a 100.000 bolívares. Además, los usuarios deben afrontar la escasez de efectivo. A diario recorren varias entidades bancarias para reunir lo necesario. Pero cada vez es más complicado porque los costos aumentan y los cajeros no dan suficiente dinero.

En un mes un usuario debe invertir como mínimo 1.200.000 de bolívares solamente en pasaje. El sueldo mínimo es de apenas 392.646 bolívares.

Los pasajeros no son los únicos afectados: los transportistas sufren con los repuestos debido a la disminución de las importaciones y la hiperinflación.

Los conductores no logran abastecer las unidades con el dinero que cobran, por eso muchas han dejado de funcionar.

“No hay pasaje que dé para mantener un bus”, dijo un transportista de una línea privada. Afirmó que antes esa compañía tenía 50 unidades y ahora solo 12 están operativas.

VÍA EL NACIONAL.

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