Hoy más que nunca «es preciso celebrar la Navidad», porque lo que se festeja en ella no es una «fiesta sin sentido ni causa», sino «el amor de Dios» que se hace niño y trae luz sobre la oscuridad.
Las palabras del cardenal Urosa Savino para quienes se preguntan: ¿Cómo se celebrará en Venezuela? O incluso si ¿se celebrará? son una respuesta directa, basadas en que la Navidad es una «alegre manifestación de la inmensa bondad de Dios«.
Mientras los venezolanos esperamos al Niño Jesús o celebramos con San Nicolás, más allá de las fronteras aguardan por la Befana, el Pai Natal o la Babouschka, en medio de tradiciones que van desde lo más conservador hasta lo más exuberante.
Y es que independientemente de las naciones, en todas las latitudes del planeta hay un objetivo común para niños y adultos: el reencuentro familiar, compartir con seres queridos y animarse mutuamente, en un día que despierta los mejores valores de las familias del mundo y las venezolanas.
Así se vive la Navidad en otras regiones del planeta:
ALEMANIA
Los niños germanos aguardan con ilusión la llegada de San Nicolás el 6 de diciembre. La noche anterior dejan sus pequeñas botas delante de la puerta de casa.
Si han sido buenos, el santo los llenará de chocolates y otras sorpresas. Mientras que si han hecho muchas travesuras, el Krampus les dejará ramas secas, pero los niños alemanes ponen gran empeño para que esto no ocurra.
El 24 de diciembre, muchas casas reciben la visita de Der Weihnachtsmann (Papá Noel), quien llega cargado de regalos.
En algunas partes de Alemania, Austria y Suiza, los niños no esperan a Papá Noel sino a Christkind, el mensajero del Niño Jesús. La mayor parte de las veces suele ser una chica joven, vestida de ángel, quien deja algún obsequio al sonido de una campanilla.
AUSTRALIA
Las fiestas coinciden con el comienzo de las vacaciones escolares. Las familias celebran el día de Navidad fuera de casa, comiendo algo fresco en la playa.
El 25 de diciembre, miles de personas se reúnen en Bondi Beach, en Sídney. Al caer la noche presencian el espectáculo de fuegos artificiales en el Puente del Puerto.
En esta parte del mundo, el trineo de Papá Noel no lo conducen renos sino seis canguros blancos. Algunas casas reciben la visita de Swag Man, un hombre con camiseta y sombrero que reparte regalos.
BRASIL
Las playas son elemento fundamental: vibran durante la Nochebuena con fuegos artificiales. Además, Papai Noelreparte regalos en pleno verano. Por esa razón, viste ligera ropa de seda.
Visita a los niños cariocas tras la cena, a la que llaman Ceia de Natal. La familia se reúne para comer pavo.
ESPAÑA Y PORTUGAL
La víspera del 25 de diciembre, es una gran fiesta. En Nochebuena, la familia se reúne alrededor de la mesa con manjares, y los más pequeños cantan villancicos y se divierten en familia tocando la zambomba.
En el País Vasco, se espera con expectación al Olentzero, un simpático carbonero que lleva regalos a los chicos del lugar. Es muy esperado el Apalpador, un barbudo que vive en las montañas del este de Galicia.
El simpático personaje palpa las barrigas de los pequeños gallegos, para comprobar si han comido bien y dejarles algún obsequio. Durante la Nochebuena, el Pai Natal desciende por la chimenea de los hogares de los portugueses.
En Cataluña hay una muy particular tradición basada en un tronco de madera «mágico», al que tratan con cariño y alimentan. Tras cubrir al «Tío» con una manta, llegada la Navidad, le cantan para hacerle «cagar» regalos.
IRLANDA
En esta nación hay la peculiaridad de que en vez de dulces típicos, le dejan a Santa Claus un poco de pudding hecho con licor.
Acostumbran recibir la Navidad nadando en aguas heladas o en compañía de un whisky, en familia y frente a la chimenea.
ITALIA
Cuenta la leyenda, que mientras iban hacia Belén, los Reyes Magos, desorientados preguntaron a una abuela cómo seguir hasta llegar al Niño Jesús. La señora no atinó con sus señas y los caminantes se perdieron.
Los Reyes llegaron tarde a destino, algo que lamentó muchísimo la ancianita. Por eso, cada 5 de enero, la Befana llega con una escoba a las casas italianas, con regalos para ofrecer al Niño Jesús si por casualidad lo encuentra en algún hogar y, además, deja todo limpio.
En Italia, en Nochebuena se celebra a lo grande la Vigilia di Natale con un cenone (la gran cena), postres y un surtido de dulces, en los que el gran protagonista es el panettone.
LETONIA
En este país europeo, después de la cena de Nochebuena, toda la familia busca su regalo debajo del árbol. Pero se requiere la declamación de un poema por cada obsequio.
MÉXICO
Durante los nueve días anteriores a Navidad, los mexicanos celebran Las Posadas, de origen religioso y de carácter solemne para las familias; la festividad culmina con una muy esperada piñata.
Las fiestas se extienden durante toda la Nochebuena.
PAÍSES NÓRDICOS
En Suecia, son protagonistas las niñas, pues el 13 de diciembre se celebra la Noche de Santa Lucía. En su honor, las chicas participan en una procesión festiva en la cual se entonan villancicos populares.
En Finlandia celebran la Nochebuena en familia e intercambian regalos, con la salvedad de que el 25 pasan una jornada tranquila, mientras que el 26 se reúnen en ambientes más festivos con amigos y vecinos.
Los países escandinavos son hogar de Papá Noel, a quien se le puede visitar todo el año en su taller de regalos ubicado en Rovaniemi, en el círculo polar Ártico. Después de la cena, los niños esperan la llegada de Joulupukki.
RUSIA
La abuelita que llega a Italia también visita Rusia, donde se la llama por el nombre de Babouschka. La Navidad no se celebra el 25 de diciembre, sino el 7 de enero, por ser esa la fecha del nacimiento de Jesús según la iglesia ortodoxa.
Los niños comen un menú de doce platos y disfrutan la sopa de remolacha. En lugar de Papá Noel, le dan la bienvenida a Ded Moroz (el Abuelo del Hielo), que llega el día de Año Nuevo con los regalos.
JAPÓN
La Nochebuena en Japón no se pasa en familia, porque el 24 de diciembre es el día de los enamorados y se celebra en pareja.
Sin embargo, el día de Año Nuevo los niños reciben regalos.
VATICANO
Esperado por todo el planeta, el 25 diciembre se emite desde la plaza de San Pedro el mensaje al mundo y la bendición Urbi et Orbi. La plaza suele estar abarrotada y las solemnidades van acompañadas de las más hermosas tradiciones.
Hace muy poco arribó, tras un largo paseo de 12 días por países de Europa y más de 2 mil kilómetros, un árbol de Polonia. El obsequio se repite dos décadas después de uno pedido por el santo Juan Pablo II.
Veintiocho metros mide el esbelto abeto cuyo pesa supera las 7 toneladas. Pero lo más simpático es que su decoración fue realizada por niños de varios hospitales, gracias a un proyecto de rehabilitación de la Fundación Lene Thun.
El árbol de Navidad es un símbolo que representa la vida que nace en medio del frío invierno, pero además “tiene el sentido de la presencia de Cristo vivo que está entre nosotros y nace».
Las vistosas luces que lo adornan «representan la luz de Cristo», que viene desde lo alto para iluminar a todo el planeta.
SU SIGNIFICADO
Aunque la celebración varía, su significado y simbolismo es eminentemente cristocéntrico, según la concepción católica que la celebra «como el ingreso de Dios en la historia haciéndose hombre para llevar al hombre a Dios».
Por ello, explica Benedicto XVI, «hace presagiar la luz del día, así la Navidad anuncia ya la cruz y la gloria de la Resurrección”. En este marco, la fe nos dice «que el poder ‘indefenso’ de aquel Niño, al final vence el rumor de los poderes del mundo”.
Es un “acto de Dios, totalmente inesperado: Dios se hace Niño. Dejémonos sorprender e iluminar por la Estrella que ha inundado de alegría el universo. Que el Niño Jesús, al llegar hasta nosotros, no nos encuentre desprevenidos, empeñados sólo en embellecer la realidad exterior”, afirma.
Mientras que el Belén, o pesebre -como también se le conoce- «es expresión de nuestra espera, pero también es expresión de la acción de gracias a Aquel que ha decidido compartir nuestra condición humana, en la pobreza y en la sencillez”.
En el Niño «se manifiesta el Dios-Amor: Dios viene sin armas, sin la fuerza, porque no pretende conquistar, por decir así, desde fuera, sino que quiere más bien ser acogido libremente por el hombre; Dios se hace Niño inerme para vencer la soberbia, la violencia, el afán de poseer del hombre”.
VENEZUELA
Las de Venezuela serán unas navidades distintas, porque nos recordarán más que nunca a los niños que hoy sufren desnutrición. Para muchos, al igual que el de Belén, el venezolano será una «señal de Dios» en el pesebre, como «su necesidad de ayuda y su pobreza».
Pero con la Navidad, sostiene el Papa emérito, «Dios nos enseña así a amar a los pequeños» y nos invita a «poner los ojos en todos los niños que sufren, tanto los nacidos como los no nacidos. En los niños que tienen que mendigar; en los niños que sufren la miseria y el hambre; en los niños carentes de todo amor».
También hoy, como ayer, estamos llamados a pedir «que el resplandor del amor de Dios los acaricie, y que nos ayude a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que se respete su dignidad. Que nazca para todos la luz del amor, que el hombre necesita más que las cosas materiales necesarias para vivir».
La señal de Dios es la sencillez, sostuvo en esa Navidad el Papa Benedicto XVI. En un mensaje más vigente que nunca, recordó que «la señal de Dios es el niño. La señal de Dios es que Él se hace pequeño por nosotros»… Que «pide nuestro amor» y que justamente «por eso se hace niño«.
Esta Navidad será una oportunidad más para celebrar que Dios se hace Niño, para contagiarnos de su particular alegría y recordarnos cuánto amor suplica… también a nuestras nobles familias venezolanas.