¿Qué puedo hacer por el jardín?, le preguntó Martín a una de las organizadoras de la actividad. Puede ayudar a levantar la maleza que ya se cortó, le respondió Marijul Narvaez, profesora de la UCV. Las jornadas voluntarias que se iniciaron en julio para rescatar el Jardín Botánico de Caracas han logrado oxigenarlo y darle una nueva cara a este refugio vegetal que es patrimonio de la humanidad.

La mayor satisfacción para los que se han sumado a las labores de recuperación es ver cómo las personas ya están haciendo vida dentro de las diez hectáreas planas del jardín. Atrás quedó el monte crecido, ya es posible divisar el Botánico desde la autopista y, aunque todavía hay mucho que hacer por este patrimonio, los grupos de yoga, taichí y particulares han vuelto a sus áreas verdes.

Este sábado, bajo la guía de Oscar Olivares, artista visual e ilustrador, se pintó un mural en la entrada del jardín con los colores de la bandera de Venezuela. Las estrellas tienen forma de aves y mariposas, la franja roja son orquídeas, la azul troncos de árboles y en la amarilla convergen las copas de los araguaneyes, las Nubes de Calder y el Reloj de la UCV.

«El objetivo del mural es transmitir un mensaje de esperanza que invita a rescatar los valores venezolanos y ucevistas», dijo Narvaez, quien también es directora científica de la revista Río Verde.

En la jornada confluyeron las voluntades del centro de estudiantes de la Escuela José María Vargas, miembros de la ONG Vitalis, trabajadores del Botánico, autoridades de la UCV y empresas privadas como Pineco, Bancamiga, PikOf y Automercados Plazas que aportaron sus donativos.

Para Mauricio Krivoy, quien hace dos semanas tomó las riendas del jardín, las acciones emprendidas para recuperar este pulmón  del centro de Caracas «son un ejemplo del país que queremos. Aquí han confluido personas de todos los sectores y colores, los une el deseo de rescatar este espacio para la ciudad y no intereses personales».

Este médico neurocirujano, prestado a la botánica hace años, conoce todas las especies del Jardín Botánico por su nombre científico y asegura haber recorrido miles de veces este recinto que en 1994 albergaba la colección de palmas más grande América y que hoy está disminuida pues se han perdido más de cien especies.

Desde abril se produjeron más de quince robos que saquearon las instalaciones del Herbario Nacional y de la Biblioteca Henri Pittier. Se llevaron cables, tableros, aires acondicionados pero el vandalismo no perjudicó las colecciones.

«El jardín está tan deteriorado que todo lo que se haga marca una diferencia». En estos momentos la prioridad es la seguridad por lo que se realizan gestiones con la Guardia Nacional para instalar un campamento que brinde protección a este parque nacional. Con la UCV se trabaja para restituir la electricidad en el jardín y mejorar el servicio de agua.

Vía ElUniversal.com

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