La única manera que llegue el agua a El Junquito es que llueva. En el Km 8, los vecinos cerraron la vía para denunciar que tienen más de dos meses sin el servicio. En Mecedores, La Pastora, coinciden en que 2017 fue uno de los años más secos. Hubo meses en los que el agua solo salió por los grifos dos días. La comunidad no entiende las razones de esta sequía justo en un año en el que llovió ligeramente por encima del promedio, según los registros del Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la UCV.

En Los Jardines de El Valle pasan cuatro días sin agua y tres con el servicio y en Chacao la situación ha alcanzado niveles críticos al punto de que hay zonas que permanecen hasta dos semanas sin suministro. El sábado protestaron durante más de una hora frente a la sede de Hidrocapital sin obtener respuesta. Al racionamiento se unen los cortes por reparaciones pues las tuberías se rompen constantemente.

Más acentuada y antigua es la crisis que enfrentan las comunidades de la carretera Petare-Santa Lucía donde hay sectores que reciben el líquido cada tres meses. Mamera, Ruiz Pineda, Las Mayas, Coche, Los Naranjos, José Félix Ribas, Caucagüita también figuran entre las zonas más afectadas.

El 2017 cierra peor de lo que inició, con graves fallas en el suministro de agua en la Gran Caracas, y no por fenómenos climáticos, sino por mala gerencia, falta de inversión en mantenimiento y más de 17 años sin construir nuevas fuentes de agua, asegura José María de Viana, quien fue presidente de Hidrocapital entre 1992 y 1999.

«Hoy llegan a la ciudad 5 mil litros por segundo menos de lo que recibía en 1999″. Déficit que, a su juicio, podría revertirse si se recupera el Sistema Tuy II que funciona a 50% de su capacidad y el Tuy I que está fuera de servicio en un 30%».

De Viana enfatiza la necesidad de profesionalizar a la hidrológica pues falta personal capacitado para ejecutar labores de mantenimiento y reparación de plantas de tratamiento, bombas y fugas de agua. «Caracas es la única ciudad de latinoamérica donde hay un racionamiento permanente».

La crisis desajusta el presupuesto familiar. Roberto Hernández, vecino de San Antonio de los Altos pagó Bs 1.200.000 por un camión cisterna de 10 mil litros. Hay quienes cobran el servicio en dólares ($10 o un millón de bolívares). Otras empresas piden entre Bs 600 mil y 800 mil por una cisterna. En muchas comunidades, las familias recogen agua en casa de familiares y en sus trabajos.

Norberto Bausson, exvicepresidente de operaciones de Hidrocapital, explicó que antes se cambiaban 20 mil medidores al año lo que permitía cuantificar la cantidad de agua que se bombeaba y la que se perdía en fugas, ahora esto se desconoce. Asegura que ningún acueducto que funciona con un sistema intermitente puede dar agua potable pues las bacterias se acumulan al abrir y cerrar las tuberías.

Aunque se intentó, no se obtuvo una respuesta de Hidrocapital sobre el programa de distribución de agua para 2018.

Vía ElUniversal.com

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