Caracas, 22 de noviembre  –  En 14 años que estuvo Hugo Chávez Frías frente al poder más fueron las promesas incumplidas. Ahora, en plena debacle económica, La Casona​​, una residencia oficial de los presidentes de Venezuela desde 1964, podría servirle de ayuda quizás a los cientos de niños que sobreviven en las calles en busca de comida y han dejado de asistir por la problemática.

Hace días la directora de Cáritas de Venezuela, Yaneth Márquez, denunció que la situación económica que enfrenta Venezuela  ha ocasionado una crisis alimentaria que en estos momentos están padeciendo los niños. “Según la Organización Mundial de la Salud, en este monitoreo que hemos hecho en 4 estados en 29 parroquias que hoy estamos llevando a 10 estados, nos dice que cuando uno tiene más de cinco empieza a ser una alerta, cuando tiene 10 hay una crisis pero cuando pasa los 15 es una emergencia alimentaria”, explicó Márquez durante una entrevista en Unión Radio.

La especialista detalló que la  “emergencia alimentaria” que afecta principalmente a los niños de cero a cinco años de edad. Casualmente, fue Hugo Chávez Frías en 2004 quien prometió y ofreció el inmueble como un jardín de infancia, la cual sería de gran ayuda para niños afectados por la crisis que, en muchos de los casos, han dejado de asistir a clases porque sus padres no tienen como tenderles una mano.  Lo cierto es que trece años después, La Casona, una arquitectura histórica a nivel política de la nación, está emsombrencida y utilizada como si se tratara de una propiedad privada.

“En La Casona, en un despacho presidencial que se la pasa solo, y un salón de ministros que se la pasa solo, y un jardín bien bonito que se la pasa solo, ahí yo quiero instalar ahorita, un jardín de infancia”, dijo Chávez en ese entonces.

Una pelea presidencial

Luego de la muerte de Hugo Chávez Frías, La Casona entró en disputa. Sus hijas, María Gabriela y Rosa Virginia, dejaron claro que no iban a abandonar la residencia por el “privilegio” que ostentaban al llevar el aperllido del impulsor de la llamada revolución bolivariana. Según trascendió en medios de comunicación locales,   las hijas del difunto presidente siguieron ocupando la residencia luego de la muerte del padre; y aunque Gabriela Chávez fue nombrada embajadora en la Organización de Naciones Unidas (ONU) en abril de 2015, allí permanecieron Rosa Virginia y  Jorge Arreaza, a pesar que el nuevo mandatario Nicolás Maduro reclamó el espacio en 2013, al punto de que la disputa llegaría a términos legales, sin embargo, ello no ocurrió por una mediación que hubo.

“Las hijas de Chávez han convertido La Casona, que cuenta con una sala privada de cine y piscina, en un club de entretenimiento para sus amigos. Son ruidosas las fiestas que organizan, según cuentan los vecinos de la urbanización La Carlota y Santa Cecilia donde está ubicada la residencia presidencial (…) los restaurantes de comida rápida y las agencias de festejos de catering ya no llevan los pedidos de pizza, hamburguesas y bebidas espirituosas porque alegan que los inquilinos de La Casona no les pagan las facturas. Las empresas de espectáculos también se quejan de que deben suministrar unas 30 entradas a las hijas de Chávez cada vez que traen un artista internacional para repartirlas entre sus amigos”, publicó el ABC de España en una oportunidad.

Dicho medio señaló que incluso, a pesar que la ley establece que la esposa e hijos menores de edad del presidente son los únicos que pueden ocupar la residencia, allí también vive -o vivía –  Hugo, el hijo varón de Chávez.

 

Espacios de La Casona. Crédito: @VENEZUELAPRESIDENTES

Un lugar lleno de historia

Originalmente era una hacienda de caña de azúcar llamada La Pastora y data de la época colonial; para el momento en que el Estado la adquirió fue la mano del presidente  Raúl Leoni  en 1964. Fue restaurada y ampliada por el arquitecto Andrés Enrique Betancourt pasando de la casa original, a una gran mansión. “La idea era propiciar un entorno cómodo a los presidentes y su familia, por razones de seguridad más que de privilegio”, así lo describió Carmen Sofía Leoni Fernández. 

Es un inmueble esplendoroso. O por lo menos así lo era antes de la llegada de Hugo Chávez al poder. Allí había valiosas obras de autores venezolanos tales como Arturo Michelena, Armando Reverón, Tito Salas, Pedro Centeno Vallenilla, Emilio Boggio, Héctor Poleo y Alfredo López Méndez, entre otros, así como los bienes materiales que contiene, que pertenecen al Estado venezolano, se mantienen a buen resguardo, recoge El Estímulo.

Hasta el sol de hoy, como si un bien del Estado no se tratara, por lo menos Rosa Virginia sigue ocupando el lugar.

 

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