Esl martes, Washington confirmó que la licencia que le permitía a la multinacional estadounidense Chevron extraer y exportar petróleo de este país, perderá vigencia a partir de este 27 de mayo (hoy miércoles).
La licencia, concedida por el gobierno de Joe Biden para facilitar un proceso electoral en esta nación y que había sido prorrogada por Trump tras su regreso a la Casa Blanca, fue reemplazada por una que solo le permite a Chevron operaciones para mantener la infraestructura en el país (avaluada en cerca de 7.000 millones de dólares), pero prohíbe otras inversiones, el desarrollo de yacimientos o la exportación de crudo.
Se trata de un fuerte golpe para el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, que por esta vía venía recibiendo hasta 400 millones de dólares anuales.
“No vamos a permitir que llegue dinero que asista al régimen de Maduro. El presidente Trump dio la orden para dejar expirar todas las licencias concedidas por Biden que beneficiaron este régimen”, dijo la portavoz del Departamento de Estado Tammy Bruce.
Aunque la decisión se había anticipado desde la semana pasada, dejó expuesta la profunda división que existe entre dos sectores del trumpismo sobre la política frente a Venezuela.
Uno encabezado por el enviado especial de Trump para Misiones Especiales, Rick Grenell, y otro por Rubio y los representantes a la Cámara Mario Díaz-Balart, María Elvira Salazar y Carlos Giménez, todos de origen cubano.
Grenell sorprendió recientemente a todo el mundo al anunciar que la licencia sería renovada el martes como parte de un acuerdo con el régimen de Maduro que permitió la liberación de un militar retirado estadounidense que estaba preso en Venezuela.
Según Grenell, que también logró la salida de otros seis estadounidenses a comienzos de año, la orden se la había dado el propio Trump.
De acuerdo con declaraciones públicas del enviado, el razonamiento del presidente era no castigar a empresas de Estados Unidos ni permitir la fuga del petróleo venezolano a China mientras fuera posible mantener un diálogo constructivo con el régimen, que además condujera a la liberación de presos y el arribo de deportados venezolanos, dos prioridades del presidente.

¿A espaldas de Rubio?

Sin embargo, de acuerdo con medios de comunicación, Grenell habría actuado a espaldas del Departamento de Estado y sin contar con la debida autorización.
La prórroga de la licencia prometida por el enviado -de 60 días, según la agencia Bloomberg– fue vista como una traición a la postura de Rubio y el grupo de republicanos, que se oponen a cualquier medida que se traduzca en más fondos para el gobierno de Maduro.
Para estos, ampliar la licencia era ofrecer una nueva línea de subsistencia, o un premio, para un régimen antidemocrático, que se robó las pasadas elecciones y responsable de múltiples violaciones de los derechos humanos.
De acuerdo con reportes, los tres republicanos -Díaz-Balart, Salazar y Giménez- amenazaron hasta con votar en contra del megaproyecto que aprobó la Cámara la semana pasada y que financia gran parte de agenda migratoria y tributaria del mandatario.
Dada la estrecha mayoría de los republicanos en la Cámara Baja (por tres asientos), un voto negativo de los republicanos habría hundido el proyecto.
Y el miércoles de la semana pasada, tras una conversación con Trump, Rubio confirmó que la licencia de Biden expiraría a partir de hoy, como estaba planeado.
Sin embargo, la licencia limitada que se le ofreció a Chevron para mantener sus equipos en Venezuela plantea cierta ambigüedad, pues deja la puerta abierta para una futura reactivación de la explotación petrolera.
Desde la perspectiva de la administración Trump, es una jugada casi maestra, pues les permite mantener las conversaciones con el gobierno y hasta extraer nuevas concesiones, sin entregar nada a cambio. Al menos de momento.
Rubio y los republicanos de la Florida, por supuesto, emergen como los grandes triunfadores en este pulso interno. En el caso del secretario de Estado, que ahora también opera como asesor (encargado) de Seguridad Nacional, es además una consolidación de su poder en el manejo de la política hacia América Latina.
Los claros derrotados, en este caso, fueron Grenell y la línea más transaccional del trumpismo.
El enviado, de hecho, no ha vuelto a aparecer desde sus comentarios de la semana pasada y ha comenzado a ser visto como una figura marginal en la administración Trump y subordinado a Rubio
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