El primer paso

China ha sido uno de los grandes objetivos de la guerra arancelaria iniciada por el presidente estadounidense, Donald Trump, el pasado 1 de febrero.

Cuando, el 9 de abril, Trump anunció una pausa de 90 días sobre algunos de los gravámenes que había impuesto a sus socios comerciales, el país asiático no solo no se vio incluido en esa tregua sino que vio cómo los suyos se elevaban hasta el 145 %. Pekín, a su vez, respondió con un arancel del 125 %.

En este tiempo, la Administración de Trump ha insinuado que le correspondía a China dar el primer paso en las negociaciones, mientras que las autoridades chinas han negado repetidamente contactos entre funcionarios de ambos países, desmintiendo así al presidente estadounidense, quien aseguró haber hablado por teléfono con su homólogo chino, Xi Jinping.

Según Pekín, el encuentro en Suiza se producirá «a petición de la parte estadounidense», mientras que Bessent no detalló quién realizó esa primera llamada: «Hay muchas llamadas, no hay una primera. Hay muchos puntos de contacto a lo largo del tiempo», afirmó.

Mientras, la Cancillería china ha pedido «sinceridad en las conversaciones», en las que China participa «teniendo en cuenta las expectativas globales, los intereses chinos y las demandas de la industria y los consumidores estadounidenses».

«China defenderá sus intereses»

El Diario del Pueblo, periódico oficial del Partido Comunista Chino, advirtió este jueves en un editorial de que «la determinación de China de proteger sus intereses de desarrollo no cambiará» ante las medidas «ilegales e irracionales» de Washington.

Estas, afirma la publicación, «perturban gravemente el orden económico y comercial internacional y plantean desafíos a la recuperación y el crecimiento económicos mundiales».

El rotativo quita hierro a la importancia del mercado estadounidense para las exportaciones chinas y avisó de que «los socios comerciales de China se diversificarán», lo que conllevará que «la dependencia de EE. UU. siga disminuyendo».

El diario agrega que el «abuso de aranceles» por parte de Washington «aumenta las presiones inflacionarias» y «agrava el riesgo de recesión» en Estados Unidos.

Algunos analistas chinos se muestran escépticos acerca de la viabilidad de un acuerdo: «No hay que fantasear con alcanzar un gran acuerdo con Trump equilibrado y estable a largo plazo, aunque sí es posible llegar a pactos en ciertas áreas específicas», indica en la prensa local el académico Chen Dongxiao.

Washington confía en sus cartas

Por su parte, EE. UU. se apoya en que la relación comercial bilateral les resulta deficitaria. «Ellos nos venden casi cinco veces más productos de los que nosotros les vendemos, por lo que la responsabilidad recaerá sobre ellos a la hora de retirar estos aranceles que son insostenibles para ellos», ha recalcado Bessent.

Si la situación se mantiene, hay cifras que apuntan que China podría perder 10 millones de puestos de trabajo «muy rápidamente», agregó.

Incluso con una disminución arancelaria, esa pérdida podría llegar a los cinco millones.

La Administración republicana confía en poder llegar a un acuerdo «justo», pero no quiere mostrar sus cartas. El propio secretario del Tesoro dijo el martes que Trump ofrece expresamente una «información asimétrica» sobre lo que pretende para poder lograr el mejor resultado posible para su país.

Puede contribuir a limar las asperezas entre ambas potencias el nuevo embajador de EE.UU. en China, el político y empresario David Perdue, que juró su puesto el miércoles tras ser ratificado por el Senado.

Es un exejecutivo de empresas como Dollar General y tiene experiencia en cadenas de suministro globales. «Aporta a este puesto toda una vida de experiencia en los más altos niveles», ha dicho de él Trump, quien admite que su elegido llega al puesto en un momento «muy importante». EFE

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