En una semana en que coincidieron la conmemoración del Pésaj judío — la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto — y la Semana Santa cristiana, los mercados experimentaron un cambio en la tendencia a la baja que venían mostrando. El pesimismo generado por la incertidumbre de la guerra comercial desatada por la Casa Blanca cedió, al menos temporalmente, a un muy bienvenido optimismo en una industria petrolera abatida por la creciente probabilidad de un colapso de la demanda, ante la amenaza de una recesión en las grandes economías.

El endurecimiento de las sanciones de EE. UU. contra Irán, los resultados económicos algo mejor de lo esperado, noticias positivas sobre las negociaciones de EE. UU. con Japón y la Unión Europea – a través de los contactos con la primera ministra Melloni – y las nuevas cuotas de compensación de la OPEP+, lograron mitigar el nivel de ansiedad del mercado; aunque aún se mantiene una entendible previsión en cuanto a los resultados de la confrontación comercial chino-americana. En general, la combinación del aumento de riesgos de suministro derivados de las sanciones y de los recortes de inversiones y producción, aunada a una discreta mejora en la confianza comercial, lograron impulsar los precios del petróleo.

Fundamentos

La demanda petrolera, a pesar de las reducciones en los pronósticos, tanto de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) como de la OPEP, ha sido relativamente robusta en los últimos 12 meses, pero no ha incentivado un suministro que logre balancearlo.  El riesgo asociado a un suministro que no logra repuntar en respuesta a la demanda, vuelve a cobrar relevancia en los cálculos del mercado, al menos en el corto plazo.

En efecto, los últimos pronósticos de la IEA y de la OPEP, han reducido el crecimiento de la demanda para 2025 a setecientos treinta mil barriles por día (730 Mbpd) y novecientos mil barriles por día (900 Mbpd), respectivamente. Por el lado del suministro, ambas fuentes prevén aumentos de 900 Mbpd para el año, provenientes, principalmente, de países fuera de la esfera de la OPEP+.

Según la IEA, la oferta mundial de petróleo alcanzó los 103,6 millones de barriles por día en marzo, lo que representa un aumento interanual de novecientos diez mil barriles por día, con los países no pertenecientes a la OPEP+ liderando los aumentos mensuales y anuales. La OPEP+ elevará sus objetivos de producción en cuatrocientos once mil bariles por día en mayo, pero el aumento real podría ser sustancialmente menor, debido a la incapacidad de algunos países de cumplir con sus cuotas. La IEA sostiene que el crecimiento de la oferta mundial para 2025 se ha reducido en doscientos sesenta mil barriles por día, hasta llegar a un millón doscientos mil barriles por día (1,2 MMbpd), debido a una disminución en la producción estadounidense y venezolana. Se prevé que la producción en 2026 aumente en 960 Mbpd, liderada por los proyectos costa afuera.

Por otra parte, la OPEP prevé que el suministro de líquidos de países no pertenecientes a la Declaración de Cooperación, DoC (fuera de la esfera de la OPEP+), crezca aproximadamente novecientos mil barriles por día (900 Mbpd) en 2025. Se espera que los principales impulsores del crecimiento sean EE. UU., Canadá, Brasil y Argentina. Para 2026, el crecimiento del suministro de este grupo de países, también se revisó ligeramente a la baja, a aproximadamente novecientos mil barriles por día (900 Mbpd).

Estos estimados no toman en cuenta el efecto que pueda tener la reducción de inversiones, ni el cierre de campos/pozos generado por la caída de los precios. Indicaciones preliminares apuntan globalmente a recortes de entre un 10?% y un 25 % en los presupuestos de inversión para evitar afectar los programas de dividendos y recompra de acciones, en el caso de las empresas petroleras y de servicio listadas. En cuanto a las empresas no listadas en la bolsa, las reducciones están siendo más agresivas. Aunque no se han publicado cifras representativas de los cierres de producción que las empresas han tenido que hacer para mantenerse financieramente a flote, nuestro estimado conservador sugiere que el volumen cerrado pudiera alcanzar unos 400 MBPD desde principios de marzo.

Tal como reportamos la semana pasada, la OPEP+ está adoptando unas estrategias a contravía de la situación del mercado petrolero actual. La resultante de la aceleración de la apertura de la producción que hoy está cerrada y las compensaciones por sobreproducción anunciados, aunada a la incapacidad de algunos de los miembros a siquiera cumplir con su cuota, conforman una situación incierta en cuanto al volumen incremental que realmente llegue a los consumidores de parte de los países OPEP+.

La medida de acelerar el proceso de deshacer los cierres voluntarios parece confirmar rumores de que Arabia Saudita estaría sopesando la idea de abandonar su rol tradicional como “swing producer” de la OPEP, cansado de financiar el control del mercado a causa de los países que incumplen las cuotas de producción, como Kazajistán, Emiratos Árabes Unidos e Irak. Desde finales del año pasado se conoció la incomodidad de los sauditas con la distribución de las cargas para balancear el mercado: el reino asume casi el 70 % del total de los recortes de la OPEP+.

Sin embargo, cambiar de estrategia y aumentar la producción de petróleo tendrá consecuencias financieras para Arabia Saudita, que necesita de precios altos del petróleo para poder desarrollar la ambiciosa Visión 2030 del príncipe heredero, Mohammed bin Salmán. Aunque actualmente la producción saudí está por debajo de los nueve millones de barriles por día, el nivel más bajo en 15 años, el país cuenta con varias formas de enfrentar el problema de menores ingresos: reprogramar el plan económico Visión 2030, esquemas de financiamiento emitiendo deuda soberana, o echar mano a las abultadas reservas internacionales para afrontar un período de precios bajos. Esto, sin mencionar las oportunidades comerciales que pueda representar el bajo arancel impuesto por Trump (10 %) a los países del golfo Pérsico, como palanca para beneficiar la economía local.

Se reporta que la administración Trump se encuentra en múltiples negociaciones paralelas con autoridades de hasta 50 países que quieren llegar a relaciones comerciales de mutuo beneficio, y en paralelo gestiona la confrontación comercial con China. Esta situación, por ahora, genera incertidumbre e inestabilidad, afectando el apetito de los inversionistas en petróleo. De manera que la producción petrolera de EE. UU. se encuentra en una ligera declinación por la reducción de inversiones y la adaptación a unos precios del barril a la baja.

La economía china, por su lado, que comenzaba a dar signos de recuperación, probablemente se verá afectada por la guerra arancelaria con EE. UU., que parece ir más allá de cualquier lógica comercial. En el otro lado de la moneda, China está recibiendo volúmenes crecientes de crudo ruso con descuentos, sobre todo los provenientes del Ártico ruso, utilizando un esquema de transferencia de barco a barco en alta mar (STS, por sus siglas en inglés), de buques sancionados a petroleros no sancionados, en las cercanías de Malasia y Singapur. Este mismo periplo será el que tengan que seguir los volúmenes incrementales de crudo venezolano que estarán llegando a la región a partir de este mismo mes.

Esta situación de incertidumbre generalizada en el mercado petrolero afectará los procesos de licitación de bloques de exploración que varios países están llevando a cabo; varios ya adjudicados y otros en proceso, por ejemplo en Indonesia, India

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