Articular un mercado cambiario específico para población y turistas, en un momento en que el país no tiene reservas de divisas, y a costa de regresar a la infame dualidad cambiaria que tanto daño hizo, no es la demostración de reanimación económica que quieren hacer ver desde el castrismo.

Rafaela Cruz | Diario de Cuba

Las contradicciones del modelo económico castrista, intentando alinear los incentivos del libre mercado con un sector estatal sobredimensionado, más la constante intromisión gubernamental en el sistema de precios, impiden que exista en Cuba un mercado cambiario unificado, donde los diferentes actores —consumidores, empresarios, inversores— puedan canjear monedas libremente según necesiten o deseen.

La unificación monetaria, tan resaltada dentro de la Tarea Ordenamiento, fue una mascarada preparada con premeditación. Prensa oficialista, dirigentes y hasta economistas, insistieron largamente en la supuesta necesidad de unificar monedas en Cuba. Tanto insistieron, que la unificación monetaria se convirtió en imperiosa demanda popular. De algo totalmente superfluo, el Gobierno se inventó un problema para luego resolverlo, ganando tiempo y credibilidad.

En toda economía circulan diferentes medios de pagos —divisas internacionales, cheques, cartas de crédito, pagarés y, a veces, diferentes monedas locales—, sustitutos monetarios más o menos perfectos, basados en deuda. Esa diversidad es natural, no tiene importancia alguna mientras los poderes adquisitivos sean conocidos, lo cual depende de que haya libertad de negociar el dinero para que surja un tipo de cambio real, que exprese la relación entre monedas.

El problema brota cuando hay varios tipos de cambio y ninguno es real, como había en Cuba, lo que impide valorar correctamente el capital, imposibilitando hacer cálculo económico mediante una contabilidad fiable, o siquiera legible. Lo que se necesitaba —y se necesitará siempre— es unificación cambiaria, sin importar cuantos medios de pagos circulen en el país.

Que ahora el ministro de Economía —aplaudido por la caterva de ineptos de la Asamblea Nacional— presente como novedad el retorno a una economía con varios tipos de cambios —de momento, uno «secundario», para empresas privilegiadas, y otro del que aún se desconoce su funcionamiento— demuestra que la Tarea Ordenamiento es, o un gran fracaso, o una exitosa estafa.

Como mismo, el Gobierno, mediante las tiendas MLC, intentó quedarse con el próspero negocio de importaciones comerciales que hacían las «mulas», este mercado cambiario que quieren legalizar —lo que en Cuba significa estatalizar— intentará quedarse con el negocio del intercambio de divisas y, principalmente, echarle el guante a las remesas que están circulando por canales privados.

Articular un mercado cambiario específico para población y turistas, en un momento en que el país no tiene reservas de divisas, y a costa de regresar a la infame dualidad cambiaria que tanto daño hizo, no es la demostración de reanimación económica que quieren hacer ver, sino un acto desesperado por controlar flujos de efectivo que, por falta de oferta de bienes y servicios estatales, terminan alimentando, nuevamente, las redes privadas de importación.

Y por esa misma escasa oferta de bienes y servicios en moneda nacional, los dueños de divisas solo querrán vendérselas al banco si la cantidad de pesos que reciben compensa los altos precios que ha impuesto la inflación; por lo tanto, el Estado, para comprar dólares y euros, necesitará muchos pesos, que obtendrá de una combinación de nueva emisión monetaria y reducción del gasto social. Esto significa que a los más pobres se les quitarán recursos directamente, vía menos bienes y servicios, o indirectamente, vía inflación, para dárselos a los ricos con divisas… socialismo castrista en acción.

Para redondear la jugada, parte de las divisas así captadas irán a ese oscuro mecanismo secundario de financiación —venta de dólares baratos— a empresas estatales y privadas que se anunció hace unos meses y que, aunque no se ha vuelto a mencionar ni se ha explicado cómo funciona y a quién beneficia, nos acabamos de enterar, por boca del ministro, que ya está usándose.

¿Qué garantiza que no se elijan para esa entrega dólares baratos empresas por amiguismo o favoritismo político? Este mecanismo secundario de asignación de divisas, manera sutil de subsidiar empresas, perjudica a aquellas que carecen del acceso a esos dólares rebajados y, además, impide que sean los consumidores, mediante su demanda, quienes elijan qué empresas deben sobrevivir y prosperar en libre competencia, factor clave para que florezca una estructura productiva sana. Será el Estado quien elija las empresas «ganadoras», y esas serán, por supuesto, aquellas que le interesen al Gobierno

Una vez más, el pueblo tendrá muy poco que decir. Con el nuevo mercado cambiario, el castrismo habrá encontrado una nueva manera de seguir financiando, con los dólares de los cubanos exiliados, el silencio que le impone a los de la Isla.

Loading...