Reino Unido prohibirá la venta de nuevos automóviles y camionetas de gasolina y diésel a partir de 2030, cinco años antes de lo previsto, siguiendo la llamada “revolución verde” que el primer ministro Boris Johnson está planteando llevar a cabo con tal de reducir las emisiones al cero neto para 2050.

Johnson, que está lidiando con la crisis más mortal de Europa en la pandemia de COVID-19, con las negociaciones comerciales del Brexit y con la partida de su principal asesor, quiere subrayar sus credenciales ecológicas como parte de lo que espera que sea un replanteamiento de su Gobierno.

“Ahora es el momento de planificar una recuperación verde con trabajos altamente cualificados que den a la gente la satisfacción de saber que están ayudando a que el país sea más limpio, más verde y más hermoso”, dijo Johnson en una columna publicada el martes en el Financial Times.

Reino Unido se convirtió el año pasado en el primer país del G7 en establecer por ley un objetivo de emisiones al cero neto para el 2050, lo que requerirá cambios importantes en la forma en que los británicos viajan, utilizan la energía y se abastecen de alimentos.

En total, el plan movilizaría 12.000 millones de libras (16.000 millones de dólares) de dinero del Gobierno, y el importe proveniente del sector privado multiplicaría por tres esa cantidad. El proyecto crearía 250.000 empleos verdes altamente cualificados para 2030, según Johnson.

La nueva fecha para la prohibición de los nuevos automóviles de gasolina y diésel se ha fijado para cinco años antes de la prevista y prometida por Johnson, en febrero de 2035.

Unos 200 millones de libras adicionales crearían conglomerados industriales que reunirían tecnología para capturar, almacenar y utilizar las emisiones de dióxido de carbono para mediados de la década de 2020. También se están proyectando otros dos centros para el 2030, llevando la inversión total en la tecnología a 1.000 millones de libras.

Johnson, que ha prometido aumentar la energía eólica marina de Reino Unido a 40 gigavatios para 2030 —desde los 10 gigavatios actuales—, se comprometió a aportar hasta 500 millones de libras para proyectos que prueben el uso del hidrógeno, incluidas la calefacción y la cocina.

El Gobierno también ayudaría a desarrollar plantas nucleares de gran y pequeña escala.

El plan de Johnson fue aplaudido por la industria.

“Da un trampolín a las enormes oportunidades de inversión en todo el Reino Unido y a los empleos verdes que una verdadera economía baja en carbono puede traer”, dijo Josh Hardie, director en funciones de la Confederación de la Industria Británica, en un comunicado aparte.

Reuters

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