Históricamente, toda facultad de medicina entregaba a sus estudiantes un delantal blanco y un estetoscopio. Hoy esa herramienta tiene un valor más bien simbólico, aunque a los estudiantes se les enseña a usarlo y son parte de sus exámenes finales.
Dos siglos después de su invención, los estetoscopios -verdadero símbolo de la profesión médica- enfrentan un futuro incierto.
Su supervivencia se ve amenazada por aparatos que también son colocados en el pecho pero que usan tecnología ultrasónica, inteligencia artificial y aplicaciones de los teléfonos en lugar de los oídos del médico para detectar filtraciones, soplos, ritmos anormales y otros problemas en el corazón, los pulmones y otras áreas. Algunos de estos aparatos pueden incluso generar imágenes de los latidos del corazón y producir gráficos de electrocardiogramas.