La grave crisis económica e institucional que con creciente intensidad golpea a Venezuela se ha instalado en los últimos meses en el debate público de Colombia. La deriva del régimen de Nicolás Maduro no solo es uno de los principales temas de la campaña de las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 27 de mayo, sino que ya repercute en el día a día de los ciudadanos, o al menos en su percepción. La firma Cifras & Conceptos ha elaborado un estudio que muestra el alcance de este fenómeno. EL PAÍS empieza a desgranar este miércoles su posible impacto en la sociedad. Así lo reseña elpais.com

Por Francesco Manetto

La huida masiva de venezolanos, que entran sobre todo por Cúcuta, la ciudad más poblada de los cerca de 2.200 kilómetros de frontera, hizo saltar todas las alarmas ya a principios de año por el incremento del flujo migratorio. Hace tres semanas las autoridades comenzaron el censo de más de 800.000 personas para tratar de ofrecer una respuesta humanitaria a los que llegan. La Administración colombiana no está acostumbrada a recibir oleadas de esas características, nunca tuvo que hacerlo. El Gobierno de Juan Manuel Santos pidió ayuda a la ONU, mientras que Estados Unidos destinó recientemente 2,5 millones de dólares a la asistencia de los migrantes.

En otras palabras, la situación que atraviesa Venezuela, donde según el Fondo Monetario Internacional (FMI) los precios aumentarán un 1.800.000% en dos años, tiene consecuencias dramáticas para su población y al mismo tiempo unos efectos aún desconocidos para Colombia, sus servicios públicos y el mercado laboral. En febrero, el Ejecutivo reforzó la frontera y el mandatario ordenó castigar cualquier tipo de abuso, ya que este éxodo puede alentar la explotación y afectar también al empleo de los colombianos, un pueblo que en el pasado emigraba al país vecino en busca de trabajo.

Cifras & Conceptos mide en su estudio, realizado en abril, lo que piensan los ciudadanos al respecto. Es decir, cómo lo viven en su vida cotidiana. El punto de partida no deja lugar a dudas sobre la relevancia de lo que está ocurriendo. El 63% de los encuestados afirma conocer algún venezolano de nacimiento que haya tenido que emigrar como consecuencia de la crisis. Ese deterioro democrático ha llevado a cientos de miles de personas, de distintas franjas socioeconómicas, a huir de la miseria y, por otro lado, ha forzado el exilio de opositores, periodistas y otros profesionales críticos con el régimen. Bogotá, por ejemplo, se ha convertido en una de las principales bases de operaciones de la oposición, empezando por la exfiscal rebelde Luisa Ortega Díaz.

La mitad de la población, además, conoce a algún colombiano que se fue a Venezuela -que entre los años setenta y la pasada década recibió a cientos de miles de emigrantes- y que ahora ha regresado a la expectativa de oportunidades.

Con esta premisa, la sociedad colombiana afronta un nuevo tipo de relación con los ciudadanos que cruzan la frontera. Y lo hace en unos meses marcados por un debate electoral que considera una prioridad la deriva del chavismo y, en medio de un fuerte clima de polarización ideológica entre el uribismo y la izquierda, sacudido por el fantasma de lo que allí ocurrió. La gran mayoría de los candidatos – de Iván Duque a Germán Vargas Lleras, pasando por Sergio Fajardo o Humberto de la Calle- condena el modelo de gestión y el autoritarismo del Gobierno de Maduro. Pero también el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro tuvo que desmarcarse del camino emprendido por el sucesor de Hugo Chávez ante las constantes acusaciones de populismo.

Todos piden una salida a la crisis, aunque con distinta intensidad y apelando a distintas vías. Y todos miran con preocupación hacia esa frontera, con unas zonas azotadas por el narcotráfico y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuyos cabecillas se refugian en el país vecino, según las fuerzas militares.

El presidente Santos aseguró esta semana durante su visita a Nueva York para participar en una reunión de alto nivel en Naciones Unidas que el flujo migratorio se encuentra de momento bajo control. “Hasta la fecha hemos logrado manejar la situación y estamos aprendiendo para ver cómo manejarla mejor en el futuro”, dijo. El premio Nobel de la Paz considera que Venezuela “está al borde de la implosión” y confió en que el conflicto tenga un desenlace sin violencia. “Estamos haciendo todo los posible por lograr una transición en Venezuela”, afirmó. Mientras tanto, las consecuencias de las decisiones de Maduro siguen determinando buena parte del debate también en Colombia.

Vía La Patilla

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