Con una frialdad que estremeció a la comunidad, un padre venezolano de 23 años, asistió al funeral de su hijo de tres años, a quien presuntamente asesinó a golpes por no querer bañarse. Minutos después, al descender del carro fúnebre, agentes de la Policía Nacional lo capturaron, poniendo fin a su intento de simular dolor.
El brutal hecho ocurrió en una vivienda del barrio El Vergel, al oriente de la ciudad de Cali, Colombia. El hombre trasladó al menor, ya sin signos vitales, a un centro médico, alegando un desmayo previo al baño. Sin embargo, el examen médico desmintió su versión de inmediato.
El informe forense de Medicina Legal determinó que la muerte del niño se produjo por asfixia interna (hemotórax), producto de fracturas costales y una grave lesión pulmonar. El reporte también evidenció signos de maltrato antiguo, lo que sugiere un patrón prolongado de violencia.
«La investigación, que fue rápida y contundente, ya lo señalaba. Su participación en el sepelio fue un acto de cinismo», señaló un vocero de la Fiscalía.
El detenido, quien tiene antecedentes por porte ilegal de armas, fue judicializado y enviado a la cárcel por un juez de control de garantías, quien le imputó el delito de homicidio agravado.
El caso ha reavivado la alerta sobre la violencia infantil en Colombia. Las autoridades hicieron un llamado urgente a denunciar cualquier indicio de maltrato, recordando que muchos de estos crímenes se consuman en el silencio de los hogares.
LUIS ANTONIO QUINTERO

