El bloqueo petrolero anunciado el martes por Donald Trump no sólo supone un paso trascendental en la ofensiva de Washington contra Nicolás Maduro; también adelanta un cambio de tercio a las anunciadas acciones militares en territorio venezolano, en una apuesta decidida por la asfixia económica.
Desde las primeras medidas de EEUU contra la revolución en 2019, el chavismo tejió una red clandestina para evadir las sanciones, que incluía la venta de petróleo a través de intermediarios, una buena parte a China, y el contrabando de oro y otros minerales hacia Rusia y países árabes. Con el bloqueo naval y el imponente despliegue en el Caribe, tanto el narcotráfico, otra de sus fuentes de financiación, como esta serie de negocios oscuros se reducirán de una forma significativa, dejando sin flujo de caja para la revolución. O al menos esa es la estrategia.
«Venezuela está completamente rodeada por la Armada más grande jamás reunida en la historia de Sudamérica. Esta solo crecerá y la conmoción para ellos será como nunca antes la han visto, hasta que devuelvan a EEUU todo el petróleo, las tierras y otros activos que nos robaron previamente. El régimen ilegítimo de Maduro está utilizando el petróleo de estos yacimientos robados para financiar el narcoterrorismo, la trata de personas, el asesinato y el secuestro», detalló el mandatario estadounidense en un anuncio tildado como «grotesca amenaza» por Caracas, que lo denunciará ante Naciones Unidas.
Un jaque petrolero de Trump contra Maduro que esconde varias claves. La primera, lo inédito del asunto: cuando la histórica Crisis de los Misiles del siglo pasado, el bloqueo naval estadounidense apenas supervisaba a los barcos rusos que se acercaban a Cuba en busca de armas nucleares. El famoso bloqueo no era tal, sino un embargo económico estadounidense, que nada tiene que ver con la medida adoptada por Trump.
La segunda es que en la diana de la ofensiva Lanza del Sur no se sitúan los barcos de la multinacional estadounidense Chevron, que seguirá produciendo petróleo en Venezuela para trasladarlo a EEUU. Sí, en cambio, lo están todos los buques sancionados, fantasma o zombis, como les llaman, la flotilla del contrabando de oro negro en aguas caribeñas. Según Transparencia Venezuela, la ONG que persigue la corrupción de la revolución, durante noviembre al menos 21 petroleros de estas características llegaron a las costas de su país.
Desde el petrolero cubano Alicia María Cristina, sancionado por el Departamento del Tesoro, hasta el buque furtivo chino Yong Le y el Seahorse, de bandera de Barbados y perteneciente a la flota zombi de Moscú. A este último, la Unión Europea y el Reino Unido también lo habían sancionado previamente. El buque fantasma boliviano Cetus, otro furtivo que está fuera de servicio desde hace tres años, navegó hace días hasta las costas venezolanas.
«No sé si hay una visión de largo plazo, pero estamos ante un cambio de tácticas de corto plazo. La Administración sigue lanzando misiles a pequeñas lanchas pesqueras supuestamente involucradas en el narcotráfico, pero ahora están mayoritariamente en el Pacífico. La incautación del buque Skipper la semana pasada y los anuncios de Trump ayer sugieren que la nueva táctica va a ser un bloqueo petrolero, con el fin de tumbar al régimen y también tomar control de parte del petróleo venezolano», detalló para EL MUNDO el politólogo John Polga-Hecimovich, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Academia Naval de EEUU.
La decisión presidencial llega días después de que sus tropas se incautaran el barco iraní Skipper, cargado con petróleo venezolano, que se dirigía a Cuba y cuya tripulación es rusa. Se trataba del primer golpe a la línea de flotación de ambas revoluciones, la chavista y la castrista, que saltaron de inmediato a la palestra para exigir la condena internacional. Miguel Díaz-Canel, presidente cubano, fue el primero en denunciar el bloqueo: «Apoyamos firmemente al presidente Nicolás Maduro, a la Revolución Bolivariana y Chavista y a su Unión Popular-Militar».
La captura del Skipper ya había profundizado las dificultades de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) para exportar el oro negro venezolano: más de 11 millones de barriles de petróleo permanecen varados en este momento en distintos navíos, mientras los clientes presionan y los descuentos crecen en el mercado internacional, según la agencia Reuters.

