Estados Unidos ha abierto una nueva fase, aún más intensa, en la campaña de presión contra Nicolás Maduro. El objetivo ahora será el crudo, la principal fuente de ingresos de Caracas. Tras la incautación de un buque con petróleo de Venezuela en aguas frente a la costa de ese país, en una operación espectacular a la que el Gobierno estadounidense ha querido dar la máxima publicidad, este jueves ha anunciado sanciones contra media docena de otros buques similares, algo que abre la puerta a nuevas confiscaciones. Además, ha impuesto castigos también contra tres sobrinos del líder chavista.
La nueva fase eleva las tensiones que ya existían en el Caribe, donde Washington mantiene su mayor presencia militar en décadas. El presidente Donald Trump amenaza continuamente con atacar objetivos en territorio del país sudamericano.
En sendos comunicados, los Departamentos del Tesoro y de Estado anuncian las sanciones contra cuatro individuos -tres de ellos, los sobrinos de Maduro-, seis empresas navieras que transportan petróleo venezolano y seis de los barcos que esas compañías utilizan.
“Estados Unidos seguirá negando salvavidas financieros al régimen ilegítimo, que Maduro sigue utilizando para oprimir al pueblo venezolano. Estados Unidos está comprometido con mantener al pueblo estadounidense a salvo, utilizando cualquier herramienta a su alcance para eliminar amenazas del narcotráfico y delincuencia en nuestro hemisferio”, señala.
Previamente, en torno a la incautación del miércoles, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, anunciaba: “La Administración Trump cumple las políticas presidenciales de sanciones, y no vamos a quedarnos quietos mientras buques bajo sanción surcan los mares con petróleo de contrabando, cuyas ventas alimentarán el narcoterrorismo de regímenes ilegítimos y malvados en todo el mundo”.
La portavoz ha confirmado que se ha abierto un proceso formal de incautación y Estados Unidos pretende hacerse cargo del petróleo confiscado una vez se hayan completado los pasos legales necesarios.

