Al tiempo que el expresidente estadounidense Donald Trump se prepara para una comparecencia crucial ante el tribunal el martes por cargos relacionados con el acaparamiento de documentos ultrasecretos, sus aliados republicanos intensifican, sin evidencia, las afirmaciones de que es el blanco de una persecución política.
Para defender su caso, los partidarios de Trump citan la decisión del Departamento de Justicia, en 2016, de no presentar cargos contra Hillary Clinton —exsecretaria de Estado y su oponente demócrata en la contienda presidencial de ese año— por su manejo de información clasificada. Sus partidarios también invocan una investigación separada de documentos clasificados que involucra al presidente Joe Biden para afirmar que un sistema de justicia de doble rasero castiga a Trump —el favorito indiscutible para la nominación del Partido Republicano para la Casa Blanca en 2024— por conducta en que los demócratas han estado involucrados.
“¿Existe un estándar diferente para una secretaria de Estado demócrata y un expresidente republicano?”, dijo el gobernador de Florida, Ron DeSantis, uno de los principales rivales de Trump. “Creo que debe haber un estándar de justicia en este país”.
Pero esos argumentos pasan por alto muchas diferencias fácticas y legales —principalmente relacionadas con la intención, el estado de ánimo y los actos deliberados de obstrucción— que limitan el valor de tales comparaciones.
Una mirada a las investigaciones de Clinton, Biden y Trump, y lo que las separa:
¿QUÉ HIZO CLINTON?
Por comodidad, Clinton confió en un sistema de correo electrónico privado durante su tiempo como la principal diplomática del gobierno del presidente Obama. Esa decisión la acosó cuando, en 2015, el organismo de control interno de las agencias de inteligencia alertó al FBI sobre la presencia de potencialmente cientos de emails que contenían información clasificada.
Los investigadores del FBI concluyeron al final que Clinton envió y recibió emails que contenían información secreta en ese sistema no clasificado, incluida información en el nivel de ultrasecreta.
De los aproximadamente 30.000 emails entregados por los representantes de Clinton, dijo el FBI, se descubrió que 110 correos electrónicos en 52 cadenas de emails contenían información clasificada, entre ellos algunos de nivel ultrasecreto.
Después de una pesquisa de aproximadamente un año, el FBI cerró la investigación en julio de 2016 y concluyó que Clinton no tuvo la intención de infringir la ley. El FBI reabrió la investigación meses después, 11 días antes de las elecciones presidenciales, tras descubrir un nuevo lote de emails. Luego de revisar esas comunicaciones, el FBI nuevamente optó por no recomendar cargos.
Fuente: LA Times