Las amenazas con que el Departamento de Estado de Estados Unidos reprende al dictador Maduro y a sus rufianes dentro y fuera de Venezuela requieren de mayor impacto.
Como pasa con las cucarachas: falsos, los bolivarianos y enchufados han aprendido a sobrevivir en ambientes de conflictos.
Eso de exigirle al régimen que a estas horas del partido enseñe y valide la veracidad de las actas electorales que no MOSTRARON y poner de ganador a Maduro, es clavo pasado.
Lo mismo con que se condene a un puñado, los que sean, rufianes del CNE, del TSJ y de las FF.AA, con no permitirles volver a los parques Disney hasta nuevo aviso, tampoco.
Para los micrófonos, para qué Maduro condecore a los hampones objeto de las medidas y para tranquilizar a algún despistado en cualquier parte del mundo, puede que eso asuste.
El régimen en Venezuela se da un banquete poniendo los mismos discos rayados que le han prestado los cubanos, los iraníes, los mismos rusos y los tenebrosos individuos de Corea de Norte. Con ellos montan la fiesta y están hasta las tantas horas de la madrugada molestando a todo el vecindario y al final no les pasa nada de nada.
¿Por qué será que España, que ha tenido un sostenido incremento en las compras del crudo robado y barato que le entrega el régimen de Venezuela en más de un 150% en lo que va de este año, no le para las patas a la REPSOL hasta que estos vagabundos del siglo XXI se vayan para el carajo?
¿O a la ENI italiana?, ¿y por qué el Departamento de Estado de Estados Unidos no le mete un frenazo a la CHEVRÓN en Venezuela, que se desempeña como caja chica de la dictadura de Maduro?
Caballeros: todo lo demás son molestias y paja para los individuos de a pie. A la gente común y corriente es a quien afectan las “medidas”. Es que la gente de a pie no cuenta con aviones privados para saltar el charco. Ellos son justamente quienes hacen trámites consulares en legaciones que cierran indignadas, y varios etcéteras más que les para sus vidas.
De lado y lado de la ecuación de los grandes negocios entre la dictadura y las “honorables” democracias occidentales que dicen estar tan preocupadas con la hecatombe que se vive en Venezuela. Ningún pez gordo, ningún hombre de negocio, ningún accionista, ni ningún representante de las grandes transnacionales que hacen negocios con el régimen en Venezuela se ven realmente afectados por todas las acciones que dicen nuestros amigos llevar a cabo en contra del régimen de Maduro.
Digo, no pega, no le hace ningún daño al órgano más sensible de la dictadura: ¡sus reales!
¡Quién no puede lo menos, dicen en mi pueblo, mucho menos puede con lo más!