Se cumplen 200 años de la independencia de las provincias de la Capitanía General de Guatemala. La firma del acta el 15 de septiembre de 1821, que puso fin al dominio colonial español, daría origen a los actuales Estados de Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua.

Si bien el fin de la dependencia política y la formación de las nuevas repúblicas en el siglo XIX significaron un cambio político importante, «si miramos la realidad social y cultural, la discriminación y la desigualdad, o rasgos estructurales como la dependencia económica del extranjero, vemos que no cambió tanto”, dice a DW el historiador Carlos Haas, de la Universidad Ludwig Maximilian, de Múnich. «Hay que tener en mente qué significa independencia, de qué, para quiénes. Desde la perspectiva de la vida diaria de la gran mayoría de la población de Centroamérica, no hubo grandes cambios en el sentido de que se mantiene la lucha por sobrevivir, combatir la pobreza, la desigualdad y la discriminación”, agrega. El investigador repasa parte de la historia de estos Estados y cómo, por ejemplo, con la presencia de Estados Unidos y sus empresas bananeras, «los rasgos de dependencia del norte global no cambiaron, lo que cambió fueron los actores”.

En la esfera política, hitos de la segunda mitad del siglo XX, la dinastía de los Somoza en Nicaragua o los dictadores militares en Guatemala y Honduras, mostraron el alcance del conflicto este-oeste. «La región estuvo en el escenario internacional y la hicieron figurar como el tan conocido patio trasero de la Guerra Fría en el discurso estadounidense”, señala en diálogo con DW el historiador salvadoreño Ricardo Castellón, investigador de la Universidad de Colonia.

Bicentenario con visión crítica

El bicentenario es la oportunidad de hacer un repaso crítico. Expertos centroamericanos y europeos revisarán historia y presente en la conferencia 200 años: Centroamérica en el mundo, organizada por las universidades de Múnich y Colonia, y que se realizará el 9 y 10 de septiembre en las salas del Ministerio Federal de Asuntos Exteriores en Berlín y podrá ser seguida también por videoconferencia.

Uno de los temas es el «no-conocimiento y las ideas sobre la región”, que ha sido objeto de percepciones equivocadas y patrones ajenos de interpretación desde el mismo proceso de independencia. «Los independentistas criollos hablaban mucho de ideas europeas, de la ilustración, la modernidad, el progreso y la libertad. Se trasladaron ideas europeas a la realidad centroamericana y allá no funcionaron. Eso tiene mucho que ver con el desconocimiento y falta de conexión con la realidad de los centroamericanos de otros grupos sociales”, indica Haas. Es un fenómeno que sigue hasta hoy, afirma el historiador: «Usamos patrones de interpretación que son originalmente europeos para analizar, describir y juzgar la región centroamericana. Se oye que no es capaz de desarrollarse o que siempre queda atrás por su propia culpa. Es una mirada llena de desconocimiento e ignorancia”.

«Centroamérica es un territorio pequeño, dividido en países muy pequeños, pero reserva grandes sorpresas. Ha sido una de las regiones menos observadas y posiblemente menos comprendidas, pero no comprender una región viene de su desconocimiento”, dice Castellón. La imagen normalmente asociada es la de «la delincuencia, la migración y, si se va un poco más lejos, los conflictos armados que tuvieron un impacto tan doloroso en nuestra sociedad”, agrega. En su opinión, en la región «hay muchos más encuentros que desencuentros”.

Nuevos patrones de interpretación

Los expertos y organizadores de la conferencia proponen una historia integrativa, que represente la diversidad cultural, étnica y socioeconómica y dé cuenta de los contrastes de Centroamérica. Que incorpore, por ejemplo, términos y categorías indígenas en un diálogo que contribuya a un cambio de perspectiva. También con la idea de enfrentar desafíos como «la gran desigualdad socioeconómica, la pobreza extrema que vemos todavía en algunas zonas con malnutrición y mortalidad infantil, la herencia de las guerras civiles, así como la violencia en todos los niveles de la vida, en la familia y la comunidad, que es vista como una solución, y los efectos del cambio climático”, menciona Haas.

Y, como consecuencia de todo ello, el fenómeno de la migración como una marca de la región. «Hoy observamos el transnacionalismo como resultado de la migración. La tercera parte de la población de El Salvador vive en el extranjero y a partir de eso se están trazando nuevas formas de ejercicio del poder. Las remesas tienen una gran incidencia en la economía y al mismo tiempo intenta perseverar la idea de un mercado común centroamericano”, indica Castellón.

La integración de la diversidad en Centroamérica, la lucha de los pueblos indígenas por mayor representatividad, el ejemplo de los activistas sociales y medioambientales, apuntan a enfrentar las crisis actuales. Sin olvidar la responsabilidad de los países desarrollados, no solo de comprender sino de relacionarse en forma justa con la región. Haas alude a un tema actual, como la acumulación de vacunas en países ricos, mientras en Centroamérica hay escasez.

«Queremos ofrecer una perspectiva integrativa. Si escuchamos a todos los actores, podríamos empezar una discusión social y así generar un cambio. En Centroamérica hay un dicho: hablando se entiende la gente”, propone Haas. Esto es también clave en otro de los grandes desafíos, aporta Castellón: «Hoy tenemos la gran esperanza de fortalecer los procesos democráticos”.

«Confío mucho en la población centroamericana. Veo mucho activismo de los campesinos, de los pueblos indígenas y confío en que serán una voz poderosa para salir de la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la violencia. Tenemos responsabilidad de no perder la confianza, la fe y el optimismo”, concluye Haas.

Alejandro Ramírez Saavedra
CEO
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