En julio de 2016, el recién elegido vicepresidente era una figura emergente en política, poca conocida y sin mayores reparos. En mayo de 2017 era ya un ministro que se iba del Gobierno vapuleado por la misma oposición que hoy lo reclama como figura salvadora. Martín Vizcarra será quien asuma el poder tras la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski.

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El ingeniero civil caracterizado por su perfil bajo y su amabilidad estuvo hasta este miércoles como embajador de su país en Canadá (donde vive). Vizcarra, con origen de clase media, nació en Lima por accidente, pues sus reales raíces e intereses están en el pequeño departamento sureño de Moquegua, donde creció y vivió hasta que la política lo forzó a trasladarse a la capital.

Durante gran parte de su vida, el nuevo presidente estuvo lejos de la política, dedicado al negocio de la construcción. El giro se dio cuando en 2010, al mando de un grupo regional independiente, fue elegido gobernador de Moquegua. Su gestión recibió muchos elogios y por eso sorprendió que en 2014 se abstuviera de buscar una reelección que se suponía segura.

Parecía que la breve historia política de Vizcarra había terminado, pero en 2016 se entusiasmó con Kuczynski y lo acompañó con tal ahínco que el hasta hoy jefe de Estado le propuso ser su vicepresidente. Vizcarra asumió el cargo simbólico en medio de aplausos. Se especuló que sería el jefe de gabinete ministerial, pero se le confió solo la cartera de Transporte. En ese momento se interpretó como que se le preparaba para futuras tareas más duras.

   

Pero resultó en un problema cuando, sin consultarlo, decidió que el Estado debería ayudar con dinero a un consorcio argentino-peruano al que se le encomendó construir un nuevo aeropuerto en la ciudad de Cuzco y después admitió que no tenía recursos para cumplir. La oposición le saltó a la yugular. Lo acusó de pretender favorecer a privados, le atribuyó delitos que no se le pudo comprobar y recurrió a su supuesta ineptitud para sacarlo del ministerio vía la censura.

Como en exilio de lujo fue enviado a Canadá, cargo desde el que guardó silencio, como lo hizo hace tres meses en un primer intento de destitución de Kuczynski. Para analistas, Vizcarra no mostró cintura para enfrentar a la oposición de derecha radical como ministro, por lo que no hay claridad de si podría hacerlo como gobernante. Incluso hay quienes creen que ejercería su presidencia como un virtual rehén de Keiko Fujimori.

En marzo de marzo de 2017 opinó que otros países de Latinoamérica debían imitar a Perú y retirar a sus embajadores en Venezuela. Esto como un rechazo a la decisión del Tribunal Supremos de Justicia de dicho país de disolver la Asamblea Nacional. “Si queremos que un país, un continente se rija a base de la democracia, yo pienso que todos los países deberían tener una posición firme de rechazo a cualquier golpe o autoritarismo”, señaló a Reuters.

Con información de Clarín.

Vía ElCooperante.com

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